Miscelánea

De letras, y a mucha honra

Anoche emitieron en TVE, dentro del programa Comando actualidad, un reportaje titulado «Con el cole a cuestas». Como supondréis, trataba sobre la vuelta al cole, sobre los diferentes tipos de centros educativos que existen y sobre lo que los padres son capaces de hacer por darles a sus hijos la educación que creen conveniente. Uno de los entrevistados fue un chaval que va a cursar este año el recién estrenado «bachillerato de excelencia» en la Comunidad de Madrid, ese bachillerato de alto rendimiento predestinado a satisfacer las necesidades e inquietudes formativas y educativas de los estudiantes con mejores notas y mentes privilegiadas. En el reportaje presentaron al chico como el típico cerebrito: con una locuacidad y una seguridad en sus afirmaciones atípicas para su edad y una pasión desmedida por las matemáticas, hasta el punto de no considerar estudio el tiempo que dedica a ese «entretenimiento». Orgulloso le mostró a la entrevistadora la medalla conseguida en la Olimpiada Matemática, un disco metálico de tamaño relativamente grande con la identidad de Euler (que, para quien no lo sepa, se pronuncia «oila» en alemán) grabada en el centro. Y aquí es donde vienen mi pregunta y mi reflexión: ¿por qué se suele asociar la inteligencia con las disciplinas de ciencias? ¿Por qué, por lo general, se considera que alguien es inteligente cuando es un hacha en matemáticas, física o química, pero no se valora tanto que alguien tenga habilidad para las disciplinas artísticas o conocimientos avanzados de historia, filosofía o (caso que nos atañe especialmente a los traductores) lengua? ¿Por qué se considera especiales a los que ganan medallas en la Olimpiada Matemática, pero no a los que ganan premios en un concurso de latín o de pintura? ¿Por qué impresiona tanto que alguien invente no sé qué cacharro para realizar cualquier tarea, por absurda que sea, pero no llama tanto la atención que alguien sepa hablar un idioma extranjero con soltura, fluidez y corrección? ¿Por qué impresiona tanto que alguien sea capaz de resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado, pero no se valora que alguien sepa hacer un análisis sintáctico correcto de una oración compleja? ¿Por qué se le da tan poca importancia a que alguien domine la lengua con la misma facilidad y precisión con que otros manejan probetas y sustancias químicas en un laboratorio? Y es curioso, porque precisamente resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado probablemente no tenga ninguna utilidad práctica (al menos en la vida cotidiana), pero dominar la lengua, redactar con corrección, expresarse con fluidez es fundamental, por ejemplo, para hacer un trabajo académico, redactar un currículum o una carta de presentación, acudir a una entrevista de trabajo, tareas cruciales a las que todo el mundo se enfrenta tarde o temprano. Quizá por eso, porque las ecuaciones son un mundo aparte que pocos controlan y, en cambio, la lengua es un instrumento que, a priori, todo el mundo sabe usar correctamente (¡craso error!), se nos dé tan poco reconocimiento a los que trabajamos con ella. Desde aquí mis respetos a los que saben resolver problemas matemáticos o conocen la fórmula del dinitrotolueno, pero también, y muy especialmente, a los que conocen la pintura de Mantegna, saben definir el término superhombre según Nietzsche o son capaces de identificar el antecedente de una oración de relativo. Somos de letras, y a mucha honra.

43 comentarios en “De letras, y a mucha honra”

  1. En América se piensa de muy distintas maneras acerca de ese tema de las ciencias y las humanidades, inclusive de país a país. Les contaré un breve ejemplo que es ilustrativo. En los años setenta una profesora mía vino de Uruguay a trabajar a Venezuela, con su familia. Su hija acababa de terminar lo que en general se considera como el «Ciclo básico», antes de entrar en especialidad de bachillerato de ciencias o de humanidades. Pero ambas áreas necesitan mucha preparación allá. La muchacha era excelente en ambas áreas, así que una de sus profesoras le dijo a la mamá algo así como : «Si fulanita quiere ir a ciencias, bien, pero si quiere ir a humanidades, yo la puedo ayudar para que dé el examen de suficiencia, pues es tan excelente, y tan inteligente, que yo creo que puede aspirar a ir a humanidades» Pues pocos dan la talla para ingresar en esa área. En eso se vinieron a Venezuela, e igual enrolaron a la niña en un liceo público, más o menos en el mismo nivel en que estaba, pero tuvo que repetir ese año final de básico. Al terminarlo, la «profesora guía» llamó a la mamá y le dijo: «Mira, esta muchacha es muy inteligente y aplicada. Ayúdame a ver como le quitamos esa locura de la cabeza, que quiere ir a estudiar humanidades y no ciencias». Lo que en un país era un nivel más elevado en la estima que las ciencias, en otro era un nivel completamente menospreciado (lo es más aún ahora). Ahí les dejo la historia. Ah, y a «Azote Ortográfico»: Qué curioso que allá llaman a las palmadas «plas». Aquí les decimos «clap». Esta bien la diversidad onomatopéyica.

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  2. @José: las matemáticas y las ciencias físicas, es cierto, requieren abstracción. Pero, al igual que en las humanidades, sólo a partir de sus límites: es decir, a partir de los teoremas de incomplitud de Gödel, de la paradoja del barbero (Bertrand Russel), de la paradoja de Olbers o de la paradoja del gato de Schrödinger, entre muchas otras indemostrables…hasta que llega alguién que demuestra que lo indemostrable es perfectamente demostrable (último teorema de Fermat). Hasta hace no tanto en la historia, la tierra era plana y el sol giraba alrededor de la misma. Y los neutrinos (ni ninguna otra partícula) podían, teóricamente, viajar más rápido que la velocidad de la luz…

    ¿A donde se llega después? Pues, curiosamente, a la filosofía (humanidades), a la teoría de las realidades posibles (física cuántica, un terreno escabroso donde se unen y discrepan a la vez física, lógica, matemáticas y filosofía), al de las probabilidades difusas (¿a dónde van los neutrinos cuando desaparecen…? ¿puede estar una misma partícula estar en dos sitios a la vez?)
    En resumen, se llega a terrenos donde no hay ya distinción alguna entre lo que es el conocimiento científico del humanístico.

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  3. ¡Vaya debate! Me alegro de que el ambiente esté animado. Agradezco los últimos comentarios, especialmente por exponer su opinión desde una perspectiva diferente, pero me gustaría reiterar y aclarar mi postura, porque creo que no se está entendiendo bien: no les quito mérito a los que han estudiado ciencias; no dudo ni por asomo de que ciertas materias requieren de un nivel de inteligencia y abstracción, como dice Jose, que se tiene o no se tiene, y por supuesto no dudo de que las disciplinas científicas son tremendamente útiles y necesarias. Solo digo que no hay que infravalorar a aquellos que destacan en materias artísticas o de humanidades. Diseñar una carretera, por ejemplo, puede ser muy difícil, pero dominar un idioma (incluso el tuyo propio), por poner otro ejemplo, también lo es; el problema es que creo que la mayoría de la gente no sabe valorar eso, aunque hay gratas excepciones, como Paquito. Y vuelvo a repetir: lo ideal es tener una buena formación tanto científica como de letras; yo tampoco comprendo que alguien se jacte de no tener ni idea de las nociones científicas y matemáticas más elementales.

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  4. Totalmente en desacuerdo. Yo tengo formación en ambos ámbitos (científico y artístico) y por mucho que duela a algunas personas, determinados conceptos ligados a las matemáticas o algunas ciencias, requieren de una capacidad de abstracción o de capacidad de razonamiento en estado puro que no todo el mundo posee.

    De igual forma que yo, con mi 1.70 de estatura, no podré jugar nunca en la NBA, si no se tiene un determinado nivel de inteligencia no se pueden comprender algunos conceptos profundos en matemáticas o en física. No es cuestión de esfuerzo, ni de ponerle ganas. O se llega, o no se llega.

    Las carreras de letras, normalmente, dependen en mucha más medida de la capacidad de esfuerzo personal que una persona tenga durante el estudio de las mismas, cosa que en *algunas* carreras de ciencias o vinculadas a las ciencias (como las matemáticas), no es suficiente.

    Y en el plano artístico, esto no tiene absolutamente nada que ver con la inteligencia; pintores o compositores inteligentísimos han creado en la historia obras tanto buenas como malas. Por tanto ni siquiera comprendo su alusión en el post.

    Curiosamente, yo veo mucho más a menudo lo contrario de lo que se cita aquí: que se considera a alguien «cultísimo» cuando sabe mucho de un determinado tema de humanidades, pero por alguna razón no se le presupone tener que saber las cosas básicas relacionadas con cómo funciona la naturaleza. Incluso se da mucho en este país la típica persona que se jacta de su total «burrez» en materias de matemáticas o ciencias; hasta parece que «queda bien» decir que «yo es que para los números soy muy negada».

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  5. Hola, yo también quiero discrepar. Dices ¿por qué se suele asociar la inteligencia con las disciplinas de ciencias? yo al menos (aún siendo de ciencias) no hago esa asociación, considero muy importante saber expresarse bien, saber analizar en el contexto que te encuentras y que quieres expresar; y sobre todo en la comunicación, por ejemplo, considero que la gente de letras tiene mejores.aptitudes por ejemplo para todo lo relacionado con el coaching.
    ¿Por qué se considera especiales a los que ganan medallas en la Olimpiada Matemática, pero no a los que ganan premios en un concurso de latín o de pintura? depende ¿verdad?, ¿es a nivel local, autonómico, nacional…? todos los concursos no son iguales de importantes… la competición de latín de la universidad de Desamparados no tendrá la misma relevancia que el campeonato internacional de latín de no se dónde…
    ¿Por qué impresiona tanto que alguien invente no sé qué cacharro para realizar cualquier tarea, por absurda que sea, pero no llama tanto la atención que alguien sepa hablar un idioma extranjero con soltura, fluidez y corrección? impresiona que haga una tarea útil y novedosa, y si además sirve para que gente se ahorre pasta, eso ya es negocio, pero es muy poco probable. Un idioma es poco… vi un documental de un tío que además de calcular un ristra larguísima de dígitos del número pi, era capaz de hablar 9 idiomas y aprender uno nuevo en 3 días.
    ¿Por qué impresiona tanto que alguien sea capaz de resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado, pero no se valora que alguien sepa hacer un análisis sintáctico correcto de una oración compleja? me impresiona por igual, que sea de quíncuagésimo grado no lo hace necesariamente complicado; una oración compleja puede ser muy complicada de analizar si sale de una poesía, ahora, si te refieres a las del bachillerato…
    Dices: «resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado probablemente no tenga ninguna utilidad práctica» si estudiaras más matemáticas no dirías eso… en muchas obras de arte se encuentran propiedades de los números relacionadas con proporciones, en la música también… si estudias algún intrumento, tienes que estudiar acústica y ahí hay matracas…
    En fin, la ciencia sirve para crear y su base normalmente se encuentra en las leyes matemáticas, es decir, la base de este conocimiento es muy CONSISTENTE, no hay AMBIGÜEDADES y no atiende a cuestiones subjetivas 🙂 y esto no pasa en otras disciplinas como las que comentas. «Ayer» apareció Nietzsche que según mi profesora se «cargó» a Dios y a pesar de esto no somos una sociedad profundamente agnostica.

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    1. Dices: “resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado probablemente no tenga ninguna utilidad práctica” si estudiaras más matemáticas no dirías eso…

      La frase completa es Resolver una ecuación pitagoriana de quincuagésimo grado probablemente no tenga ninguna utilidad práctica (al menos en la vida cotidiana), por oposición a la lengua, por ejemplo, que la tenemos que usar en prácticamente todos los ámbitos de la vida y no solo en ciertas materias. 😉

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  6. Estoy muy de acuerdo con «Discrepante». Lo bueno y deseable es saber de todo aunque eso es difícil. Nunca entenderé a la gente que se jacta de no saber ni querer saber de matemáticas, entiendo que no quiera saber de ellas, pero no entiendo que se diga con orgullo. Tampoco entiendo a alguien que esté orgulloso de no leer. El mundo ha dado grandes ingenieros y escritores, por ejemplo Juan Benet o Boris Vian. El mundo ha dado grandes filósofos científicos, Leiznib, Newton, Spinoza, Maria Gaetana Agnesi y suma y sigue… Creo que estamos haciendo dos estamentos de dos lados que tienen mucha más relación entre ellos de la que creemos.

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  7. Hola Isabel,

    Muy buen post el que acabo de leer. Yo también me he sentido muchas veces con ese sentimiento, sólo por ser «de letras», y llevas razón… la sociedad nos relega a un plano que nos hace ver como si fueramos poco necesarios, pero no. Así que estoy totalmente de acuerdo con todo lo que comentas, y con la frase de Rai Rizo, que también considero que es muy acertada. Esto es como el ying y el yang, o parecido. Dentro de la ciencia hay algo de letras, y dentro de las letras hay algo de ciencia, si no, ¿cómo se podrían saber las especialidades de los médicos? en fin, por poner un ejemplo de los muchos que se puedan sacar.

    Hasta aquí mi aportación.

    Saludos y feliz tarde de jueves.

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  8. Yo no he visto el reportaje, pero si me permitís: me he fijado en la discusión que tuvo Pcsl con aquella persona que opinaba que «todo el mundo sabe escribir». Incorrecto. No todo el mundo sabe escribir. Isabel, yo no distingo entre «saber escribir» y «saber escribir bien». Es como «saber conducir» y «saber conducir bien». Ambas habilidades tienen su código, y para obtener un resultado satisfactorio (el de una, que se comprenda tu mensaje, el de la otra, poder circular con seguridad) es necesario conocerlo bien. Lamentablemente te doy la razón en que los especímenes que lo logran son pocos y raros (en los dos ejemplos de habilidades…). También tenemos casos de virtuosismo, como en todo. Pero eso es otra historia.

    No, no es lo mismo «escribir aun con tilde o sin tilde» (eso lo sabemos todos aquí), y aquello de «aunque la gente lea no se fija en esas cosas» pues… obviamente, así pasa después. Que no se ha enterado del mensaje, ya sea porque el código era incorrecto, o porque no le ha prestado atención. El resultado: confusiones, equívocos, ignorancia sobre lo que se ha leído…

    «Navegando por internet también se lee mucho». Pues sí. Yo estoy a favor de la lectura sea en el soporte que sea. Apuesto por cualquier género o sistema: novela, poesía, teatro, cómics, blogs, las cartas de tu abuela o los atlas geográficos. Pero que al menos ofrezcan la garantía de poder leerlos en un código correcto. Que transmita el mensaje a la perfección. Igual que no compramos un libro al que le faltan páginas, tampoco podemos leer una página de internet que no se entiende.

    Y por último «a nadie le interesa el estudio de algo creado por el hombre sin ninguna utilidad práctica». Si para esta persona esta es la definición de «comunicación escrita», mejor que no salga de su casa. Con lo práctico que es para un ayuntamiento escribir los correspondientes nombres en cada parada del autobús… ¡y que todo el mundo pueda entenderlos! Por poner algo de ironía al asunto.

    Nada más, gracias a Pcsl porque me he apropiado de su comentario sin su permiso 🙂 y perdón por la extensión.

    Saludos a todos

    María

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    1. María, tu comentario me ha recordado algo que he leído hoy en Facebook:

      Para los que no aprecian la literatura y la gramática: con esto se demuestra de una forma admirable su importancia. Julio Cortázar escribía: «La coma, esa puerta giratoria del pensamiento». Lee y analiza la siguiente frase: «Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda». Si eres mujer, con toda seguridad colocarías la coma después de la palabra mujer. Si eres hombre, con toda seguridad colocarías la coma después de la palabra tiene…

      Es increíble que el mensaje pueda cambiar totalmente de significado con solo colocar la coma en uno u otro sitio. Para que luego digan que esas cosas son chuminadas…

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      1. ¡Ay, qué bueno! Mi profesor de Lengua de la carrera y actual director de tesis nos puso ese ejemplo de Cortázar en clase para explicarnos el uso de la coma :). De hecho, a él le debo haber aprendido a tener una visión científica de la lengua.
        Ese menosprecio que hay generalizado hacia las humanidades se ve claramente en la universidad, donde los departamentos de ciencias muchas veces nos miran a los de letras por encima del hombro. Por lo visto, nuestras investigaciones no sirven para nada, a pesar de que si no se investigara en traducción, por ejemplo, no se hallarían formas más eficientes para comunicarnos en nuestro mundo globalizado. También me da rabia escuchar a algunos investigadores en nuestro campo que claro, que ellos no hacen cosas tan importantes como encontrar el remedio contra el cáncer. Sin embargo, seguramente algún traductor desempeñará un papel decisivo en la difusión del artículo que explique cómo se cura el cáncer. La ciencia (y aquí uso el término en el más amplio sentido) se va construyendo poco a poco con el trabajo de todos.

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  9. Por cierto, comparto contigo el rechazo hacia la expresión «es que soy de letras…» Me crispa los nervios, por eso, cuando tengo la oportunidad agrego «y eso que soy de letras…», os animo a hacerlo, la gente se queda pensativa… 🙂

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  10. En general estoy de acuerdo, pero he de decir algo: los traductores somos los que menos queja debemos tener acerca de que las letras estén menospreciadas, pues, bajo mi punto de vista, sí que se valora, y mucho (la gente se queda con la boca abierta cuando te oye) que se sepa hablar un idioma extranjero con fluidez y corrección.
    Considero además que la traducción es algo ambiguo: tanto de letras como de ciencias en muchas ocasiones.

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    1. Quizá tengas razón, pero, en mi opinión, la consideración que se le tiene a alguien que dice «Soy ingeniero» no es la misma que la que se le tiene a alguien que dice «Soy traductor». Aunque, bueno, aquí ya nos adentramos en el tema de la consideración social de los traductores… y ese es otro debate. 🙂

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  11. Coincido en todo, pero me gustaría decir algo que suele pasar con mucha frecuencia. La gente de letras (conozco un buen puñado) cuando se presenta un pequeño inconveniente, una conversación, comentario o problemilla cotidiano, escurren el bulto diciendo: «Yo es que soy de letras…»
    ¿Acaso ser de letras te incapacita para saber restar, arreglar los frenos de la bici, atornillar una balda, hechar anticongelante al coche… etc? Es como si los que somos de ciencias no supieramos leer y escribir, o saber un mínimo de historia, de ortografía…
    Un saludo.

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    1. No puedo sino darte la razón. Yo defiendo que los de humanidades somos igualmente dignos de reconocimiento que los de ciencias, pero cierto es que hay gente que se tira piedras sobre su propio tejado (y, de paso, nos las tira a los demás) justificando su ignorancia, incompetencia, desidia o falta de interés con el peregrino argumento de «es que soy de letras», contribuyendo así a difundir y perpetuar la idea de que los de letras somos tontos y por eso no pudimos estudiar ciencias. xD

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  12. ¡Enhorabuena, Isabel! Un gran alegato, muy justo y realmente imprescindible en los tiempos que corren. Poco más hay que añadir a lo comentado ya que resume muy bien el sentir de los que defendemos la importancia de las letras en el mundo.

    Y no caigamos en las generalizaciones porque hay muchos ejemplos de profesionales que proceden de carreras de ciencias que han estudiado de letras (en TeI muchos) y viceversa. No es cuestión de priorizar nada, sólo de entender que las ciencias nunca habrían tenido difusión sin las letras.

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    1. Ay, Rai, me ha encantado tu última frase: «Las ciencias nunca habrían tenido difusión sin las letras». Son como las dos caras de una misma moneda: opuestas y, sin embargo, siempre juntas y complementarias. 🙂

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  13. Vaya, desde hace tiempo que quería escribir una entrada sobre esto en mi blog, que casualmente se llama «De letras». Yo he sentido muchas veces que los que somos de letras somos «inferiores» a los de ciencias, oigo cosas como: «no compares ingeniería con traducción», «las carreras de letras no tienen salida» y cosas por el estilo. Y yo lo que digo es que si tienes muchos conocimientos, en la materia que sea, necesitas el lenguaje para poder difundirlos, así que dependen también de las letras.

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  14. Precisamente tuve una discusión sobre el asunto con una persona, que aunque en un principio era sobre la importancia que él le daba al físico, hacer deporte… y lo poco que se lo daba a la cultura y yo defendía que había que mantener un equilibrio.
    Los argumentos de esa persona es que todo el mundo sabe escribir, y que a nadie le importa si se escribe aun con o sin tilde, y que la academia cambia la norma cada año. Y que aunque la gente lea no se fija en esas cosas, y que navegando por internet también se lee mucho. Luego ya, acabo arremetiendo contra las letras y las humanidades en general (él es de ciencias) diciendo que a la gente le sirve lo que hace un físico o un químico, pero que a nadie le interesa el estudio de algo creado por el hombre sin ninguna utilidad práctica.

    Me temo que esta forma de pensar es la de mucha gente.

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    1. La labor de un físico o un químico es incuestionablemente importante, pero espero que esa persona que mencionas sea consciente de que si los físicos y los químicos pueden desempeñar su trabajo es porque un maestro (de letras) les enseñó en algún momento de su vida a leer y escribir. Y sí, todo el mundo sabe escribir… ¿pero todo el mundo sabe escribir bien? Creo que las personas que dominan realmente el arte de la escritura son especímenes tan raros y excepcionales como los capaces de resolver complejos problemas matemáticos.

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  15. Por si fuera poco, lo normal es que a los traductores también se nos pida una amplia cultura general: tienes que saber un poco de todo, lo que incluye al «conocimiento de ciencias». Si te toca traducir un texto técnico (que, por cierto, suelen venir con faltas en el TO que el traductor tiene que arreglar) sobre un aparato complejo, habrás de empaparte del vocabulario técnico y pensar como un ingeniero. Los traductores somos de letras, pero a veces nos toca hacernos híbridos. Somos los «mutantes» de las letras xD

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    1. Cierto es. Tanto es así que no sé ahora cómo irá la cosa, pero para entrar en TeI cuando yo hice selectividad, todas las opciones de ciencias y letras tenían la misma prioridad para entrar; no era como en otras disciplinas, donde tenías que haber cursado una rama concreta (independientemente de la nota que sacaras) para ser admitido en la carrera. Por algo será.

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    1. Ser de letras tampoco te «invalida» para saber de ciencias; y si no, díselo a Leonardo da Vinci, por ejemplo. O díselo a todos los traductores que manejan la lengua como nadie y estudiaron carreras de ciencias, o a los traductores de letras que se han vuelto expertos en materias técnicas a base de traducir textos sobre dichas materias.

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      1. Bueno, yo también he oído eso de «yo es que soy de letras, no me preguntes por eso», y «eso» resulta ser algo básico de primaria, de ciencias, sí, pero de primaria.

        Y sí, en cierto modo estoy de acuerdo contigo, pero cometes el error de hacer lo mismo que los que critican las carreras de letras, y es monosprereciar las ciencias.
        Por poner un ejemplo chorra, un científico que no sepa redactar sus logros o conclusiones respecto a un tema de estudio no llegará muy lejos.

        El problema de fondo es de un sistema educativo que cada vez segrega más al alumnado desde más pequeño.
        Vivimos en un país donde el término «cultura general» parece reservado a un ínfimo número de concursos de la tele. Y eso es lametable.

        Lo que vengo a decir es que tienes razón en lo que expones; no tiene menos mérito lo que has conseguido por ser «de letras». Sin embargo, no se puede defender algo haciendo lo mismo que hacen tus atacantes.

        ¡Y ojo, que cada vez me gustan más «las letras»!

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        1. Que quede claro: yo no menosprecio las ciencias, ni mucho menos, y ni por asomo ha sido esa la intención de mi artículo. Al contrario: estoy rodeada de gente de ciencias (médicos, enfermeras, ingenieros), y yo misma suelo traducir textos técnicos y financieros, así que soy plenamente consciente de la importancia que esas disciplinas tienen en la vida y de las dificultades que entrañan. Lo único que pretendía criticar es que se infravaloren los logros y conocimientos de la gente de letras en comparación con el reconocimiento que se les da a los de ciencias. Ojalá todo el mundo fuera consciente, como tú, de que un científico que no sepa redactar sus logros o conclusiones no llegará muy lejos; el problema es que la mayoría de la gente no le da importancia a un texto bien escrito, sino que les basta con que «se entienda», como comentaba Azote Ortográfico. Y, bueno, lo de la falta de cultura general en cuestión de ciencias es un tema aparte con el que, por supuesto, estoy de acuerdo contigo. Lo ideal sería que todo el mundo, de ciencias o de letras, tuviera una buena formación en ambos ramos. 🙂

          Un saludo, y que disfrutes de las letras. 😉
          Isabel

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          1. Hablando se entiende la gente 🙂

            Mis discupas si he parecido beligerante.

            Un saludo y sigue así con el blog.

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          2. No te preocupes; por escrito todas las opiniones parecen más tajantes y severas de lo que en realidad son. ¡Espero verte más veces por aquí! Escribir un blog es muy aburrido si luego no hay debate en los comentarios. 🙂

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    2. @Discrepante: lo siento, pero no puedo estar más en desacuerdo. Por ponerte un sólo ejemplo de hombre de letras con un conocimiento exhaustivo de ciencias (aunque en todas partes se lo considere como físico): Louis de Broglie. Antes de estudiar física, estudió historia (y no al revés…). Y, antes de eso, fue autodidacta y leyó mucho, sobre todo sobre filosofía (que es lo que le enseñó a pensar con lógica y le ayudó a adentrarse en los problemas de la física y de la metafísica), pues la biblioteca de su padre, el Duque de Broglie, era la mayor biblioteca privada de Francia. Claro que, para saber eso, uno tiene que haber leído su biografía, obras como Luz y materia, etc.

      El ser de letras o de ciencias no incapacita a nadie para nada. Cuando se llega a los límites de las humanidades o de las ciencias, cualquiera se percata de que el conocimiento es un todo interrelacionado y que tal división no existe más que como entelequia. Debatir si Leonardo da Vinci (o cualquier otra persona) era o es de letras o de ciencias o, simplemente, un excelente dibujante se me antoja, cuando menos, una estupidez, pues, probablemente, eran y son o pueder ser todo eso a la vez.

      Por cierto, las teorías de Nassim Haramain, un físico cuántico teórico a quien algunos consideran un charlatán (por ir a contracorriente y señalar las muchísimas lagunas y omisiones de la «ciencia oficial»….) y otros un genio, van en ese sentido. Y, hasta la fecha, nadie lo ha contradicho con fundamento científico. ¿O era contradecido…?

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      1. Cuando se llega a los límites de las humanidades o de las ciencias, cualquiera se percata de que el conocimiento es un todo interrelacionado y que tal división no existe más que como entelequia.

        ¡Cuánta razón tienes, Pablo!

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      2. ¡Cuánta razón tienes!
        Y encima lo a gusto que está una cuando no se decanta ni por una ni por la otra y quiera adentrarse en ambas y en una.

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  16. ¡Cuánta razón! Me ha encantado el artículo porque todo eso que has dicho en algún momento lo he pensado yo. Si alguien dice que es ‘ingeniero de…’ ya se considera que el pobrecito tiene que estar saturado y hasta arriba de cosas porque claro es dificilísimo, pero en cambio, si alguien como nosotros dice que se dedica al estudio de la lengua, ‘bah, eso es fácil de hacer, ¿no? No tienes tantas exigencias, ¿no?’ Pues sí señores, estudiar una lengua en profundidad es tan complejo como estudiar una ingeniería, pero estas mentes de hoy en día sólo ven complejidad donde hay números.

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  17. ¡Plas, plas, plas, plas, plas! Aplauso seguido de la ola que te hago desde mi silla ahora mismo. No podría haberlo dicho ni escrito mejor. Yo he tenido que aguantar, a lo largo de mi vida académica (larga y provechosa hasta la fecha, porque a mí eso de estudiar me da la vida), montones de comentarios en los que se han menoscabado mis méritos por ser «de letras». He llegado a tener que tragarme que ni mi nota de selectividad ni la de mi expediente académico de la carrera tenían demasiado valor porque «lo tuyo es de letras y es de estudiar nada más». Y un mojón (o zurullo, truño, ñordo, plasta o mierda; que seré de letras, pero no dejo de estar orgullosa de mi nutrido léxico).

    Estoy hasta las mismísimas narices no ya de que no se dé importancia a nuestros logros, sino a nuestro trabajo. ¿Una traducción? Eso lo hace cualquiera que sepa un poco de inglés (por ser el ejemplo más común). ¿Una corrección? Siempre está el típico coleguita que «escribe muy bien» y que puede «echar un vistazo». ¿Una buena redacción? Eso no hace falta; qué tontería, lo importante es «que se entienda». Además, hoy en día las prisas son las mejores consejeras y la coartada perfecta del que comete errores.

    Hace falta más gente que lo diga alto y claro como lo has dicho tú, pero sobre todo hace falta que se nos empiece a dar el valor que verdaderamente tenemos; eso es algo, no obstante, por lo que tenemos que empezar nosotros mismos. Debemos creérnoslo y hacerlo entender a los demás.

    ¡Saludos!

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