Ejercicio profesional

Seis verdades sobre tarifas que no debemos olvidar

(Actualización 8/12/2021)

Lo confieso: al principio de mi carrera profesional cobraba tarifas, digamos, modestas, de esas que indignarían a muchos profesionales. La razón es sencilla y de sobra conocida: tenía pocos gastos, creía que lo que cobraba era más que suficiente y lo que más me importaba en aquel momento de euforia por empezar a trabajar como traductora era conseguir encargos y clientes. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que por aquel camino no iba a ninguna parte —o, por lo menos, no hacia el lugar a donde yo quería ir— y ajusté mis tarifas al alza. Ahora he llegado a un punto de mi carrera en el que ya no me interesa tener mucho trabajo, sino trabajar mejor, sin prisa pero sin pausa, dedicándole a cada proyecto, en la medida de lo posible, el tiempo que requiere para ofrecer una buena calidad. Pero, claro, para eso es necesario cobrar unas tarifas en consecuencia.

No obstante, no es mi intención abrir el millonésimo debate sobre tarifas altas y bajas. Muchas veces nos centramos simplemente en si un precio es alto o bajo y olvidamos seis normas básicas:

1. El mercado, para bien o para mal, se rige por la libre competencia. Cada uno puede cobrar lo que quiera; es inútil que nos enfademos por el hecho de que otra persona cobre menos que nosotros, pues siempre habrá gente que cobre menos (y también gente que cobre más). Podemos aconsejar a los compañeros, pero es absurdo tratar de imponerles lo que nosotros consideramos justo, porque las circunstancias de cada profesional son diferentes.

2. A la hora de calcular una tarifa, debemos tener en cuenta todos y cada uno de los gastos de nuestra actividad profesional, así como los gastos personales, para determinar si se trata de una tarifa viable que nos permita mantener a flote nuestro negocio y vivir holgadamente. Para este menester no me cansaré de recomendar CalPro, una excelente herramienta de cálculo diseñada por socios de Asetrad.

3. Las tarifas que no nos permiten cubrir los gastos de nuestra actividad profesional y de nuestra vida personal (sean altas o bajas) son inviables a largo plazo por dos motivos:

  • tendremos que matarnos a trabajar si queremos ganar lo suficiente para cubrir esos gastos (y trabajar a destajo significa reducir tarde o temprano la calidad de nuestro trabajo);
  • si no lo hacemos, ganaremos demasiado poco para vivir de la traducción.

4. Las tarifas deben adecuarse a nuestras circunstancias personales (gastos), pero también al mercado y a las características del trabajo y del cliente.

5. No hay que perder de vista que somos nosotros quienes establecemos o aceptamos las tarifas de nuestro trabajo. Si alguien no está satisfecho con lo que cobra, que haga todo lo posible por cambiar esa situación.

6. No olvidemos que todos hemos empezado desde abajo, y competir en precio es una forma como otra cualquiera de hacerse un hueco en el mercado, aunque a la larga es un callejón sin salida porque siempre habrá alguien dispuesto a trabajar por menos que tú y porque el trabajo de calidad es incompatible con el trabajo a destajo. Por otro lado, los profesionales asentados que están en una posición privilegiada deberían ser vistos como modelos a seguir y no como objeto de crítica por estar donde están y pensar como piensan. Si han llegado hasta ahí, por algo será; en este sector más que en ningún otro, a nadie le regalan nada.

En resumen, no existe una tarifa perfecta, ni tarifas altas o bajas de por sí. Cada profesional debe cobrar por sus servicios el precio que considere adecuado en función de sus circunstancias (que deberá analizar minuciosamente), de sus objetivos y del mercado en el que se mueva.

36 comentarios en “Seis verdades sobre tarifas que no debemos olvidar”

  1. Para paja sin sustancia, el comentario de Manolo… ¡criticar una presunta falta de contenidos mediante un mensaje totalmente carente de contenido!

    Ánimo Isabel y ni caso a estos personajes – no te conozco de nada, pero he leído esto por casualidad (fui traductor feelance mucho tiempo, y me llamó la atención la entrada) y siempre me fastidia ver a este tipo de personal tocanarices pululando por los blogs. Ni se te ocurra nunca dejar de escribir por estos seres: ¡son un claro caso de \”ladran, luego cabalgamos\”!

    Saludos.

    Me gusta

  2. Esto es lo que se llama escribir por escribir… Para alardear de que «tengo un blog» y tal y tal… ¡Mucha paja y poca sustancia!

    Me gusta

  3. Hola, Isabel:

    Hace tiempo que leo tu blog y el de otros compañeros, pero nunca me había decidido a comentar. Hay tanto que leer, y esto engancha… 😉

    Estoy completamente de acuerdo con tu postura. Aporto una experiencia personal: hace poco tiempo una agencia me contactó para un trabajo de revisión a entregar de un día para otro (literalmente), de 17000 palabras y al precio de un céntimo por palabra origen. Decidí no aceptar el encargo (les respondí amablemente indicándoles mis tarifas y condiciones de entrega). No recibí respuesta por su parte. Hubo quien me dijo que haberlo aceptado hubiera supuesto más dinero para completar el mes y que de todas formas si no lo hacía yo, lo haría otro.

    Por cierto, Calpro es realmente útil para calcular cuánto vale nuestro trabajo.

    Un saludo,

    Me gusta

    1. Hola, Elena:

      Gracias por tu comentario, por seguirme y por compartir tu experiencia. Creo que nunca llegaré a entender eso de «si no lo haces tú, lo hará otro». Bueno, pues que sea otro el que se coma el marrón, ¿no? Hay sacrificios y esfuerzos que el dinero no compensa.

      Por cierto, me apunto tu blog.

      Un saludo,
      Isabel

      Me gusta

  4. Como siempre, me ha encantado el artículo, Isabel. Cortito y bien resumido. Me ha hecho gracia porque justo antes de leerlo había escrito a un cliente (de esos a los que les gusta «imponer» tarifas) diciéndole que no estoy dispuesta a trabajar por la tarifa que me «propone», ya que implicaría trabajar a destajo (he utilizado la misma expresión que tú en el artículo) u ofrecer menos calidad. Y no estoy dispuesta a ninguna de las dos cosas, of course. Que ya no estamos para bromas… 🙂

    Me gusta

    1. Gracias, Esther. Yo creo que saber decir que no y seleccionar a los clientes con los que trabajamos es vital para progresar. Claro, eso solo te lo puedes permitir cuando tienes cubiertas las espaldas y no necesitas dinero con urgencia, pero tarde o temprano debes replantearte lo que estás haciendo y fijarte unos objetivos si quieres avanzar y no quedarte estancado en el trabajo a destajo y mal pagado.

      Un saludo,
      Isabel

      Me gusta

  5. Estoy de acuerdo en que no se deben cobrar tarifas muy bajas, pero como se ha dicho anteriormente, los «novatos» tienen que acceder a la profesión de alguna manera.
    Los que intentamos empezar lidiamos con el desconocimiento de las puertas a las que llamar, el baile de las tarifas «justas» y el desespero del establecimiento como autónomos. Supongo que es natural que si sale algun trabajo no pensemos en la justicia hacia los otros traductores, sino más bien en poder ir entrando en este mundo. Y la envidia hacia los que estan establecidos, por lo menos en mi caso, ¡es muy sana!

    Me gusta

    1. Así es, Marta. Yo creo que cobrar demasiado poco es injusto sobre todo para uno mismo, más que para el gremio, porque estás regalando tu tiempo y tu esfuerzo por menos de lo que vale, que en principio debería ser, como mínimo, lo que necesitas para mantenerte a flote. Todos, creo yo, pasamos por la etapa de querer trabajar a cualquier precio, pero enseguida te das cuenta de que eso no te llevará muy lejos si quieres seguir en la profesión después de 10 o 20 años.

      ¡Suerte!
      Isabel

      Me gusta

  6. Hola Isabel:

    Estupendo artículo lleno de sentido común. Si me permites añadir una “verdad” más apuntaría la siguiente:

    7) Fijar correctamente el precio de tus servicios va a determinar, a largo plazo, tu grado de satisfacción o frustración con tu trabajo. Lo que, al final, va a condicionar que seas feliz haciendo lo que más te gusta o que termines tirando la toalla.

    Y una reflexión. Antes de dedicarme a la traducción pasé doce años de mi vida profesional en otros sectores. Te puedo asegurar que éste no es ni más competitivo ni más duro que cualquier otro (salvo los monopolios). Es lógico que a alguien que sale de la Universidad y tiene que enfrentarse solo a un mundo de “despiadados” clientes que se aprovechan de su inexperiencia le parezca durísimo y dificilísimo. Y es cierto, pero no es más duro que la abogacía, la medicina, la informática, el periodismo o el comercio minorista, por citar algunos. Con la diferencia de que la traducción crece aún en tiempo de crisis y otros sectores no.

    Estos debates me parecen muy importantes y útiles para ayudar a todos aquellos que acaban de llegar a que no se desanimen, a que no se sientan solos y a que tengan claro que el único futuro que les espera no es trabajar a destajo cobrando una miseria. Se puede vivir muy bien de esto cobrando tarifas dignas. Cada uno tiene que encontrar su camino o su fórmula. La nuestra, ya la he mencionado más veces (no es que sea la única), es especialización y clientes directos. Pero seguro que hay otras. Invito a los traductores más experimentados a compartirlas, si quieren.

    Me gusta

    1. Gracias por tu comentario, Fernando. Me encanta que alguien con más experiencia y que además ha trabajado en otros sectores exponga su punto de vista y nos dé ánimos. Y la séptima verdad que añades es indiscutible; te doy toda la razón.

      Un saludo,
      Isabel

      Me gusta

  7. Interesante reflexión que comparto pues todos hemos comenzado en algún lado, pero, ¿qué es (tarifa) baja o elevada? ¿Cómo se ha calculado? ¿Quién o qué institución, gubernamental o privada, fija dichas tarifas? ¿Qué debe interesar a los traductores? ¿Crear fama y echarse a dormir? ¿Y la superación? Hemos de estar en actualización constante.

    Me gusta

  8. La verdad es que hay que ser muy valiente para salir de la carrera con 0 experiencia y pedir 0.08 o incluso 0.05 por palabra. Yo en su día no me atreví pero también me he dado cuenta de que si cobro menos voy a tener que matarme a trabajar y eso, a medio plazo, cansa mucho.
    Ahora solo me falta dar con los clientes adecuados 🙂

    Me gusta

  9. Hola, Isabel: como siempre, coincido en casi todo lo que dices. Pero, hay una expresión que no me convence en este artículo y es la de «posición privilegiada». Un servidor casi que lo traduciría (mentalmente) como «posición conquistada».

    Como bien dices, esta posición se la gana cada uno a pulso, trabajándosela (y trabajándose uno) día tras día y año tras año, porque, lo más difícil no es alcanzar un determinado status (que también), sino mantenerlo.

    La traducción, en contra del sempiterno debate, no es ni un arte, ni una ciencia, sino una «filosofía de vida». O, al menos, así es como lo ve un servidor.

    Me gusta

    1. Con «posición privilegiada» me refería a posición cómoda o posición ventajosa, pero, en efecto, eso no se alcanza porque sí, sino por habérselo currado. Y es verdad: lo realmente difícil no es llegar, sino mantenerse.

      Saludos,
      Isabel

      Me gusta

  10. Completamente de acuerdo: hay que tener en cuenta todos los gastos para saber cuál es la tarifa adecuada, aunque también creo que no está mal aconsejar en cuál debería ser el mínimo desde el que empezar a subir.

    Suscribo también lo que ha dicho Mar. Yo, que estoy a caballo entre ser novata y ser veterana, me doy cuenta de todo lo que andado ya, y también de todo lo que aún me queda por andar, así que agradezco a los veteranos todo el empeño que ponen por que no nos durmamos en los laureles.

    Me gusta

  11. Hola Isabel:

    Seguimos a la carga en un tema tan interesante :D. Estoy de acuerdo con todo lo que dices. Mejor dicho, casi todo ;). En concreto, con lo que dices en el punto 6. Es cierto que todos hemos empezado desde abajo. Sin embargo, no se pueden hacer comparaciones entre los que empezaron hace diez años (o veinte, o los que sea) y los que empiezan ahora. Las características que tiene el mercado ahora no tienen nada que ver con el de entonces, ahora está más globalizado que nunca y la competencia es mucho más feroz. No quiero quitarte razón a lo que dices, simplemente creo que es importante dejar claro que las comparaciones no siempre son posibles :).

    Me gusta

    1. Hola, Oliver: permíteme que discrepe. La competencia actual no es. ni más, ni meno feroz que antes. La razón es sencilla: la globalización, no sólo ha globalizado la competencia, sino también las oportunidades.

      Hoy, gracias a la inmediatez de las telecomunicaciones, se puede vivir (y, por cierto, muy bien) muy bien residiendo en países low cost, trabajando para países con mayor nivel de vida, con la consecuente ventaja competitiva. Hoy se puede buscar clientes en el mundo entero, mientras que, antes, como mucho, la búsqueda y obtención de clientes se limitaba al resto de países europeos de economía no centralizada.

      Algo impensable hace no tantos años, cuando Internet ni siquiera existía y, para enviar el manual de un PC XT, desde la empresa de traducción (ubicada en Travesera de Gracia de Barcelona) a la propia IBM (ubicada en la Vía augusta de Barcelona), necesitabas toda una noche, incluso con una red privada virtual y una línea telefónica dedicada, gracias a un módem analógico de 56 Kbps.

      Me gusta

      1. Hola Pablo:

        Estoy de acuerdo con lo que dices, aunque sólo en parte y permíteme que te ponga un ejemplo. Hace 10 años, supongamos que la empresa Leon del Puente le cobraba a Mocosoft 30 c por palabra y, de ahí, se sacaba para el beneficio del LSP, del SVP y del freelance al final de la cadena. Esto era posible porque la primera que no sabía mucho del tema era Mocosoft. Diez años después, la primera que está apretando con los precios es la Mocosoft, que sabe que puede hacerse por 25 c porque se han preocupado de desarrollar un departamento lingüístico en condiciones, porque otros LSPs también compiten en precio y porque los accionistas son más codiciosos que nunca (se prometen dividendos a los accionistas que solo pueden conseguirse apretando el margen de toda la cadena). Eso hace que determinadas tarifas no sean posibles ahora (hay más factores a tener en cuenta, sólo estoy citando algunos). De ahí que, aunque el mercado haya mejorado en algunas cosas, creo que en general ha empeorado para los que estamos en el proceso de incorporarnos a todo esto.

        Me gusta

        1. Hola Oliver: comparto tu opinión, aunque, también parcialmente. Es cierto que los traductores noveles tenéis actualmente más dificultades de incorporación al mundo laboral (una vez dentro, tenéis las mismas que los veteranos, porque estos deben también adaptarse a una realidad cambiante a velocidad de vértigo, si quieren sobrevivir a largo plazo) y, en particular, desde el 2077 en adelante, pero, por épocas de crisis económica como esta, hemos pasado todos, con mayor o menor dificultad. Por ejemplo, con la crisis del petróleo de 1973.

          Recalco que es una opinión personal, pero, para un servidor, la mayor dificultad estriba en que, actualmente, los conocimientos idiomáticos – que nada tienen que ver con la traducción, pero que el 99,99% de las personas ajenas a este mundo no distingue – así como la informática, ya no se consideran valores añadidos, sino que se dan por supuestos.

          Respecto a León del Puente, una empresa puede decidir no aumentar (mantener) las tarifas a sus traductores (es su riesgo, si los traductores de valía se largan a otros pastos menos secos) pero, escribir a sus traductores que le hagan un descuento del 5% por la cara, no es propio de una empresa. Como rezaba un cartel de los indigandos: «no podemos apretanos el cinturón y bajarnos los pantalones al mismo tiempo»… 🙂

          Me gusta

  12. A mí la verdad me acaba de ser muy útil esta entrada, aún no he acabado la carrera y ando algo perdida, con lo cual, me va a ir muy bien tener estos consejos en cuenta, al menos para procurar no empezar con mal pie.

    ¡Gracias!

    Me gusta

  13. Isabel:

    Como de costumbre, me encanta tu punto de vista. Tanta rabia me dan las críticas de los que están en la escala alta y machacan con sus comentarios a las personas que cobran tarifas que podemos considerar bajas, como los que están en la escala baja y piensan que los que cobran tarifas altas lo han tenido fácil o van de sobrados (o son unos mentirosos, que también te lo encuentras).

    Ni lo uno ni lo otro. A los veteranos nos va bien echar la vista atrás de vez en cuando y recordar cómo y dónde empezamos, ser humildes y ayudar en la medida posible a los que empiezan con nuestros consejos. Y a los novatos (con todo el cariño de la palabra), que se inspiren en los veteranos que admiran. Ver que a personas les va mejor que a ti tiene que servirte de aliento, no desanimarte.

    Las envidias no son nada sanas y las experiencias de los demás tienen que ayudarnos a analizar nuestro enfoque y mejorar.

    Me gusta

    1. Cuánta razón, Martine. Yo también opino que los que acabamos de empezar en esto tenemos que tomar como ejemplo a personas que ya están bien consolidadas en nuestra profesión. No creo que sea gente a la que tenerle envidia: eso no lleva a ninguna parte, y aunque como es lógico todos querríamos estar en una posición así, eso es algo que se consigue con esfuerzo e ímpetu, algo por lo que probablemente habrá tenido que pasar esa persona, y muchas otras que, como nosotros, tuvieron que empezar un día desde cero.

      Opino que lo más importante es no desanimarse y seguir adelante, hay que ser positivo y aprender de lo que otros nos puedan aportar. Así llegará un día en que otros puedan aprender de nosotros.

      Me gusta

  14. Interesante la entrada, ya que debe ser de las pocas (de momento yo es la primera que leo) que no demoniza a quienes cobran tarifas bajas.
    A mi no me parece raro que se empiece cobrando una tarifa más baja, no tanto con el afán de competir con quienes ya están asentados, sino más bien para abrirse paso en el mercado.
    Es un recorrido que practicamente todos los traductores tenemos que recorrer.
    Por «suerte» algunos empiezan pisando fuerte y les sale bien la jugada (sus circunstancias serán x), pero no todos tienen suerte con la misma estrategia.
    Yo visualizo el mercado como una serie de fases que se van superando. Hay proyectos y clientes para cada una de esas fases. Quien quiere calidad paga calidad, y quien no la quiere pues paga menos (otra cosa es que nos guste más o menos que alguien quiera menos calidad).
    Está en nuestra mano dirigir nuestra estrategia de marketing al cliente que más nos interese.

    Un saludo,
    Beatriz

    Me gusta

  15. A mí, personalmente, los debates sobre tarifas hace tiempo que me aburren, porque no suelen aportar casi nada, no al menos desde un punto de vista razonable o constructivo. No obstante, Isabel, tus seis reflexiones me parecen muy acertadas.

    Un saludo.

    Me gusta

Los comentarios están cerrados.