Universidad

Traducción e Interpretación: cuando la realidad académica choca con la realidad profesional

Ahora que tengo en prácticas a una estudiante de cuarto curso de Traducción e Interpretación de la Universidad de Alicante (cuyo trabajo podéis leer en su blog), vuelvo a ser consciente de lo mal planteada, diseñada y enfocada que está esta carrera. No quiero decir, ni mucho menos, que sea totalmente inútil; después de todo, sí te proporciona una formación básica que te sitúa en posición de ventaja respecto a aquellos que quieren ser traductores y no tienen esa formación, pero aun así hay mucho margen de mejora.

Desde que empecé las prácticas con Arantxa le he hablado de fiscalidad, de las listas de distribución, de la importancia de estar presente en internet, de cómo definir y vender sus servicios y fijar sus tarifas, del uso de Thunderbird, de los servidores FTP, de cómo agilizar y optimizar el uso de Windows y Word mediante atajos de teclado, del uso de Trados (Workbench), TagEditor y Xbench… En definitiva, de ingredientes que son el pan nuestro de cada día para cualquier traductor, sea autónomo o no, y que, misteriosamente, brillan por su ausencia en la licenciatura. Cuatro años de estudios universitarios tras los cuales tu única posibilidad de hacerte un hueco en el mercado y sobrevivir en él es aprender por tu cuenta todo aquello que deberían haberte enseñado en la carrera y no te han enseñado, como le pasa a Arantxa, como me pasó a mí y como les habrá pasado y les seguirá pasando a tantos otros licenciados. Y es que en la universidad intentan enseñarte a traducir, pero no te enseñan a ser traductor, que son dos cosas bien distintas.

Tengo la impresión de que eso se debe en parte a que todavía se tiene un concepto romántico de la traducción y aún se la considera una actividad embebida de un aire bohemio, místico, filosófico, y no una actividad económica profesional totalmente sumergida en el siglo XXI. A ello se suma, o de ello se deriva, todo un cúmulo de circunstancias: un plan de estudios diseñado por alguien o álguienes que seguramente no tengan ni la más remota idea de en qué consiste realmente nuestra profesión; un montón de asignaturas totalmente inútiles e irrelevantes para nuestro trabajo; un puñado de asignaturas que deberían ser útiles, pero que se quedan en nada porque quienes las imparten nunca han visto un traductor de cerca y no saben enfocarlas adecuadamente hacia nuestro trabajo; otras tantas asignaturas impartidas por traductores anclados en la época de la máquina de escribir; la falta de recursos y medios tecnológicos. La conjunción de esos factores hace posible que acabes la carrera sabiendo, por ejemplo, qué lingüista ideó la teoría de valencias, pero que no tengas ni las más mínimas nociones de ortotipografía, que no sepas cómo hacer una factura o cuáles son tus obligaciones fiscales o que desconozcas los entresijos y secretos de la máquina que te va a dar de comer: el ordenador. Tomando prestada una acertada analogía de mi alumna en prácticas, ¿os imagináis, por ejemplo, un fotógrafo que no conozca más que las funciones básicas de su cámara? Por no hablar de las leyendas urbanas que anidan, en ocasiones alimentadas por los propios profesores, en las tiernas e impresionables cabecitas de los estudiantes: que si de la traducción no se puede vivir; que si uno está capacitado para hacer traducciones inversas y es perfectamente normal (e incluso impepinable) hacerlas en el ejercicio profesional, etc. Y las prácticas preprofesionales no ayudan a desfacer el entuerto, porque muchos de los destinos que se ofrecen tienen tanto que ver con la traducción como un huevo con una castaña.

Creo firmemente que la misión de la universidad, sobre todo en una carrera tan eminentemente práctica como Traducción, debería ser formar profesionales que estén preparados y capacitados para empezar a ejercer su trabajo en la vida real. Al fin y al cabo, la carrera se llama Traducción e Interpretación*, por lo que de ahí deberían salir traductores e intérpretes, no teóricos de la lengua, ni lingüistas, ni profesores de idiomas, aunque esas también puedan ser otras salidas. Pero para ello, entre otras cosas, habrá que contar en las aulas con profesores cuya relación con la traducción vaya más allá del último libro traducido que han leído.

Sé que hablo en general y que no se puede generalizar. Sé también que hay muchos profesores universitarios muy competentes, que se preocupan por sus alumnos y que tratan de formarlos para lo que se van a encontrar ahí fuera cuando se licencien. Yo misma conozco a unos cuantos y fui alumna de otros tantos profesores así, y gracias a ellos, en parte, estoy aquí tantos años después. A todos ellos, gracias. Y a todos los alumnos que andan perdidos, ánimo.

* El misterio de por qué se han metido en el mismo saco dos disciplinas tan dispares, aunque sean hermanas, es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

81 comentarios en “Traducción e Interpretación: cuando la realidad académica choca con la realidad profesional”

  1. Hola Isabel,como ex-compañera tuya de clase en la UA no puedo decir otra cosa que estoy de acuerdo contigo al 100%. Y el comentario de melaniabt me ha entristecido un poco, porque creía que desde que nos graduamos (7 añazos y medio ya) habían cambiado las cosas, pero no. Con decirte que a día de hoy hay compañeros nuestros de carrera que no saben lo que es la localización (más que nada porque después de graduarse optaron por la docencia o por otras rutas profesionales, pero aún así es grave…) En fin, si uno quiere realmente dedicarse a esto no tiene más opción que buscarse mucho la vida, informarse, informarse y también formarse. Saludos.

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  2. Hola a todos,me parece muy interesante este blog.
    Tenía pensado empezar esta carrera el próximo año y me preguntaba si me podríais aportar información sobre la mejor universidad pública orientada más a la parte de interpretación cerca de Madrid y ,sobre todo,vuestras opiniones generales de esta carrera además de lo que habéis escrito.Muchas gracias y un saludo.

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  3. Si piensas que lo que comentas pasa solo con traducción e interpretación, andas muy equivocada. Condice un ingeniero de teleco 😉
    En la universidad no se aprende a trabajar, eso es cosa de formación profesional, módulos, o llámese como se quiera. Pero seguro que te suena mal que la solución sea «rebajar» el título que tienes de universitario a otra cosa 🙂 Así seguro que sería más eficiente.
    Respecto a las prácticas de los comentarios, son voluntarias y se las tiene que buscar uno mismo. La universidad ofrece convenios de colaboración con empresas, que suelen acabar en explotación de estudiantes como profesionales baratos. Es muy complicado solucionar todos los puntos de vista. De todos modos no está prohibido indagar y estudiar por cuenta propia.
    Saludos

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  4. ¿Está correcto escribir «alguienes» como plural de alguien? Lo digo porque aparece esa palabra en este artículo, por cierto, bastante interesante por el tema que tratas. Pero me quedó esa duda. Saludos.

    César

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  5. Hola Isabel,

    has hablado sobre una realidad y una gran verdad. Yo viví eso que cuentas, no me hablaron nada sobre fiscalidad, solo que la mayoría acabamos siendo autónomos. En cuanto a los programas de traducción asistida, lo que más toqué fue Deja Vú y fue un semestre, OCR, pero Trados lo toqué como 4 días (1 por semana) en la asignatura de Informática aplicada a la traducción. Una pena, vamos.

    Justo el último día de clase, nos preguntaron los jefes de departamentos nuestra opinión sobre la carrera y cosas que se podían mejorar. Todos comentamos que echamos de menos haber trabajado más con herramientas TAO desde el día uno hasta el último día porque no nos sentíamos capacitados para usarlas como herramientas cotidianas. A las pocas semanas nos comentaron que habían decidido incluir el uso de herramientas TAO desde primero de carrera…sí, una sensación bastante frustrante porque yo me iba a mi casa sin saber ni papa de eso. Algo sabía, pero se olvida rápidamente si no la has machacado.

    Ojalá las cosas cambien.

    Muy buena reflexión.

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    1. Gracias por tu comentario, Verónica. En realidad, que te enseñen a usar Trados no es tan importante. Desde luego, es el programa TAO más extendido y no está de más verlo en la carrera, pero lo importante es que te enseñen a usar diversas herramientas TAO, de manera que luego tú seas capaz de aprender a manejar otras similares. En cualquier caso, el principal problema es el que comentas: debería trabajarse con estos programas desde primero de carrera, incorporándolos como una herramienta de uso tan cotidiano como Word, por ejemplo, y no reservarles únicamente cuatro días en cuatro años de carrera.

      Un saludo,
      Isabel

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  6. Hola, me llamo Julieta, tengo 22 años y te saludo desde Buenos Aires, Argentina ^^ Te cuento que yo estudio Traducción (inglés) en el terciario Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández y estoy cursando todas las materias de segundo año. A medida que leía tu entrada pensaba «menos mal que a mí me hablan de eso todo el tiempo», y con eso me refiero a que nuestros profesores de Traducción 1 y 2 (esta última en curso) nos hablan siempre de los programas de computación para que nos vayamos haciendo amigos con ellos, entre otras cosas xD Yo, por mi parte, tengo muchísimo incentivo por parte de mi mamá para ir a charlas, seminarios y demás cosas extracurriculares que encuentre sobre traducción(si son gratuitas, genial, y si son pagas, nos esforzamos entre las dos para que yo pueda ir, aunque obviamente si no se puede, no se puede). Siempre me dice «tenés que tener formación académica; aprovechá para ir a todo lo que puedas» o algo así dice. Y te cuento esto por eso que decís sobre aprender a ser traductor, que no es lo mismo que aprender a traducir. En cada charla a la que voy aprendo un montón de las experiencias de quienes las dictan, aparte de aprender sobre lo que sea que sea la charla. Una de las últimas a las que fui se llama Los números de la traducción: costos, gastos, presupuestos y algo más que no recuerdo ahora. Estuvo muy buena, nos hablaban de todo eso que nombrabas vos: nos recomendaban darnos a conocer (hacernos nuestra propia publicidad porque si no vamos a buscar los clientes, no se enteran de que existimos), y muchas cosas más que si alguien no me las decía, iba a tardar años en descubrirlas por mi cuenta.
    Con respecto a que los profes no sean de la prehistoria, tengo una profe joven, tendrá treinta y pico o cuarenta años, así que es un punto de vista actualizado y aporta mucho. Esta que te digo es de Traducción 2 y el año pasado en Traducción 1 tenía una profe ya un poco más grande y ella sí nos contaba cómo se manejaban antes y los cambios que tuvo que hacer para adaptarse a lo nuevo, poder progresar y no estar estancada con sus métodos de trabajo.
    Bueno, creo que eso es todo. Voy a empezar a leer todas tus entradas antiguas hasta que pueda decir «estoy al día», wiiii.

    Te dejo en un link el acceso al programa de mi carrera para que leas los nombres de las materias, aunque eso no dice realmente cómo se dictan, pero bueno, para que te des una idea de más o menos los contenidos. Están en la página 6.

    Saludos,
    Julieta.

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      1. Aaah, me olvidé de aclarar que dejé las sangrías, pero que cuando envié el texto las sacó 😦 Por eso quedó todo junto, ¡pero originalmente estaba separado en párrafos! =P

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  7. Ayer estaba viendo una reposición de un La 2 Noticias de viernes con el fundador de Idealista. En una de las secciones se quejaba de la falta de talento español en informática para lo que ahora está de moda, que es el desarrollo móvil. Decía que las facultades estaban anticuadas y que los profesionales deben ser autodidactas y pagarse cursos adicionales o conseguir que sus jefes se los paguen. Esto es como si en una oferta de trabajo para gestor de comunidades te piden 7 años de experiencia, como he visto hoy en Twitter. ¿Es imposible que en las facultades te formen para algo que cuenta con dos-tres años de vida? No digo que sea fácil, pero vamos, igual deberían dejarse de tanto COBOL y tanto FORTRAN y enseñar algo con menos años que los propios estudiantes, aunque sea tirando de seminarios y cursos de posgrado actualizados. Esto vale para todos los que dependemos de las nuevas tecnologías para nuestro trabajo.

    La carrera de Traducción, tal y como yo la estudié, no justifica cuatro años de estudios. Hay mucha morralla. Tengo entendido que una de las características del modelo europeo es que los grados tienen su major y su minor, es decir, su generalidad y su especialidad. Por ejemplo: comercio y francés. Eso estaría muy bien: primero estudias dos años del major, uno del minor (o dos, no sé) y luego haces un curso de posgrado o máster. Así tienes una formación más variada, flexible y completa.

    Otra posibilidad es eliminar la carrera de Traducción del todo. Estudias un grado de tu especialidad (medicina, ingeniería, derecho, informática, humanidades) mientras vas a la EOI o similar para dominar dos lenguas extranjeras (o una y media) y luego haces un curso de posgrado en traducción donde te enseñan a traducir y, en parte a ser traductor, con sus asignaturas de contabilidad, marketing, informática, etc. Sinceramente, no le veo mucho sentido a que te enseñen desde cero tu segunda lengua extranjera cuando empiezas traducción: la carrera no está para aprender idiomas.

    Por supuesto, no todo el que se mete en Traducción acaba de traductor. De hecho, somos minoría. La mayoría son profesores o secretarios de exportación, por ejemplo. Pero vamos, que te enseñen en un seminario a hacer facturas no estaría de más, como veo sí hacen en la UAX. En cualquier caso, un traductor aprende su oficio con la práctica y en una universidad, por muchas simulaciones que hagas, difícilmente conseguirás suficientemente práctica. Para eso está la Vida Real™.

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    1. Me ha gustado mucho tu comentario, Jordi, y suscribo especialmente el segundo y el tercer párrafo. Un modelo de estudios así, más flexible y enfocado a lo que realmente es nuestro trabajo, sería casi perfecto.

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  8. Por otras parte, Olli e Isabel, eso de las práctcas profesionales con autónomos es algo digno de estudio.

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  9. Hola a todos:

    Esto de acuerdo en que existe un abismo entre la universidad y el mundo profesional, pero creo, Isabel, que deberías haber hablado del caso que tú conoces como eso, un caso, y no meter a todas las universidades en el mismo saco. Habrá algunas que lo estén haciendo mejor y otras peor, pero como muy biedn ha dicho Olli y tú has aceptado luego, la universidad pretende formar algo más que profesionales, que para eso ya está la FP, por desgracia denostadísima en España, lo cual me parece una lástima.

    Yo puedo hablarte de la UJI, que ha sido mi casa como alumno en dos titulaciones (Filología Inglesa y TeI, sí, también soy filólogo, le pese a quien le pese) y como profesor asociado en, va para ocho cursos. Al final de tu comentario hablas sobre buenos profesores, menos mal que no está todo perdido. Yo te puedo decir que he tenido muy buenos profesores, que ahora son compañeros, que tiene una estrecha relación con el mundo profesional, y que ejercen como traductores, y también buenos que son grandes teóricos, que es algo que también hace falta en la universidad, y profesores absolutamente faltos de entusiasmo con y sin relación con el mundo profesional.

    ¿Quiere decir eso que salí mal preparado de la universidad? Yo creo que no, que salí con una base muy sólida para traducir. Otra cosa es que luego me haya tenido que sacar las castañas para ejercer como autónomo, pero he sobrevivido, ¿no?

    Entiendo la postura de criticar que no me enseñaron a hacer tal o cual cosa, pero el mundo profesional es tan vasto que sería imposible, como ya se ha comentado, abarcarlo todo y meterlo en un plan de estudios que te deja un margen ínfimo de maniobra, y esto lo sé porque he vivido en propias carnes la confección del plan del Grado de TeI en la UJI. Hay muchas cosas que te vienen impuestas «por Europa» y lo que puedes incluir luego es lo justo y necesario, y al menos, en la UJI, seguimos creyendo en los itinerarios de especialidad, por ejemplo.

    Luego, como asociado, yo intento transmitir todos mis conocimientos profesionales, por pocos que sean, a mis alumnos, y me consta que lo valoran.

    En fin, que quería daros mi visión desde las dos partes y, efectivamente, Isabel, no todo es blanco o negro.

    Un abrazo,
    Juanma

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    1. Gracias por tu comentario, Juanma. En efecto, no todo es blanco o negro, y lógicamente baso mi comentario en mi experiencia y en lo que conozco (que no se limita únicamente a la universidad en la que yo he estudiado, sino que se hace extensivo a otras). Mi principal crítica es que, en general, hay un abismo entre el mundo académico y el mundo profesional (por supuesto, hay casos y casos, excepciones y excepciones). No digo que la formación universitaria deba tener el mismo enfoque que una FP, pero sí que debería alejarse un poco de la teoría intrascendente y acercarse un poco más, dentro de lo posible, a la práctica y la realidad profesional. Tampoco digo que deban enseñarte todos los entresijos del mundo laboral, pero qué menos que darte una visión y prepararte para lo que con toda probabilidad te encuentres ahí fuera cuando salgas. Sí, la universidad debería formar algo más que profesionales, pero es que en algunos casos no forma ni profesionales ni algo más que eso; solo forma estudiantes con título que salen de la facultad totalmente despistados. Claro que parte del problema, como ya hemos comentado, es también la falta de motivación y de buena disposición de los (algunos) estudiantes.

      Otro abrazo para ti,
      Isabel

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      1. Yo creo que eso de sebe a la actitud funcionarial de muchos estudiantes, que también se ha comentado ya. Algo en lo que debería incidir la universidad en cuanto a la TeI, y yo lo repito a mis alumnos hasta el aburrimiento, es que esto es una profesión vocacional y enfocada PRINCIPALMENTE (que está claro que tiene muchas otras salidas) a ejercer como autónomo, y en eso tienes toda la razón de que la universidad, al menos la mía, prepara poco o nada al alumno, salvo por algunos seminarios.

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  10. Un poco tarde, que no he tenido tiempo de ponerme al día con los blogs (o al menos de intentarlo) hasta hoy, pero me ha gustado mucho la entrada, Isabel.
    Este es el eterno debate sobre qué es realmente la universidad. Porque no creo que sea algo que pase solo en Traducción.
    No tengo tiempo de leerme todos los comentarios, así que espero no repetir ideas 🙂
    Entiendo tu postura, a mí también me frustró terminar la carrera y no tener ni idea de qué hacer. Y aún me peleo con la facturación y el IVA y cada tres meses maldigo a los profesores que no me lo explicaron. Pero en cuatro años es imposible enseñar tantas cosas. Lo que quiero decir es que creo que la única carrera universitaria de la que alguien sale realmente preparado para ejercer es Medicina, y eso tras seis años de carrera y cinco de residencia.
    Nos hemos olvidado de la figura del aprendiz (lo cambiamos por el becario, y para mal). A ser traductor se aprende traduciendo, y peleándote con Hacienda. Creo que más que intentar cambiar la universidad (que sí, también necesita cambiar) hay que intentar cambiar lo que pasa después. (Y por eso mismo quería felicitarte por tener a una estudiante en prácticas, ¡ojalá hubiera tenido yo a alguien como tú cuando empecé!).
    Y no sigo más, que me enrollo y tengo 2000 palabras esperándome. 🙂
    Carol

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  11. Gracias por tu entrada, Isabel. Como profesora de Documentación e Informátca Aplicada en una Universidad de Madrid, me ha alegrado comprobar que, en primer lugar, el abanico de técnicas y programas que enseño a mis alumnos no está muy lejos de lo que reclamas. Considero el aspecto técnico de la profesión esencial, tanto, que a menudo se convierte en criterio básico de selección (he llegado a incorporar recientemente nociones básicas de programas de gestión de proyectos) y una de las pocas ocasiones en las que realmente se ponen en contacto con elementos reales de su profesión. Por otro lado, conocer determinados aspectos de determinados programas vale, pero lo que realmente deberían aprender los estudiantes de traducción es a dominar completamente aquellas nociones esenciales que les permitan tener autonomía y los recursos suficientes como para poder operar o hacerse con las características de cualquier sistema o programa. Si, se enseña Trados (especialmente su versión Workbench), pero si además lo complementamos con otro programa de columnas (Deja Vu) y otro de código abierto (OmegaT), por similitudes podrás manejar los demás en tiempo récord, además de ganar seguridad en el campo informático. Lo difícil es hacer pasar por este aro a alumnos que, en bastantes casos, no tienen ni idea de informática…

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    1. Gracias por tu aportación, María. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que se debe formar a los alumnos para que, más allá de saber manejar un programa concreto, sean capaces de aprender rápidamente el uso de otros programas similares. Lo mismo podría aplicarse al ámbito de la documentación: está bien que se les facilite recursos y material de consulta concretos, pero también es imprescindible enseñarles cómo y dónde buscar por su cuenta los recursos que necesiten. Es curioso, hace apenas unos días otro colega me decía exactamente lo mismo que tú. 🙂

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  12. Como no tengo nada más que aportar a todo lo que se ha dicho, solo diré que me ha encantado la entrada y el debate, Isabel 😉

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  13. ¡Qué gran debate se ha generado! Yo la verdad es que no tengo mucho más que decir aparte de lo que se ha dicho, así que intentaré aportar algo más haciendo una pregunta: ¿cómo funciona exactamente lo de que un autónomo tenga alumnos en prácticas? Lo digo porque a mí nunca se me había ocurrido y puede que sea algo más o menos viable para algunos alumnos que quieran hacer prácticas y no encuentren a una empresa interesada por el motivo que sea. No es lo mismo que trabajar en una empresa, está claro, pero creo que un traductor autónomo puede ser un gran mentor. 🙂

    Un saludo,
    P
    ablo

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    1. Pablo, Arantxa cuenta lo que va haciendo y aprendiendo en las prácticas en su blog: http://mirelatoprofesional.wordpress.com/

      Por lo demás, en mi caso fue la propia Arantxa quien se puso en contacto conmigo para proponerme que la «acogiera» como estudiante en prácticas, ya que los destinos que ofrecía la UA no le interesaban. A mí me pareció una idea estupenda y acepté. El profesor de la asignatura de prácticas preprofesionales se puso en contacto conmigo y ambos acordamos que Arantxa haría las prácticas conmigo. Que quede claro que ella no está contratada por mí y no me ayuda en mi trabajo, sino que yo le voy encargando tareas útiles para su aprendizaje y proyectos de traducción «ficticios», pero de textos reales. Ni ella ni yo percibimos remuneración alguna.

      En definitiva, mi intención es que aprenda a hacer todo tipo de tareas propias de un traductor autónomo para que tenga una visión realista y cercana de nuestro trabajo:

      – traducción, revisión y corrección de textos reales (tanto generales como especializados), con plazos de entrega reales;
      – uso de herramientas de traducción asistida (principalmente Trados, que es la que uso yo) y gestión de terminología;
      – uso óptimo de las herramientas informáticas más importantes (Word, Excel, internet, etc.);
      – elaboración de presupuestos y facturas;
      – promoción de sus servicios, presencia en internet y participación en redes sociales y comunidades de traductores virtuales.

      En esencia, el trabajo que yo le encargo, aunque tenga fines únicamente didácticos, es el mismo que hago yo en la vida real. El objetivo es que se familiarice con los entresijos de la profesión y esté preparada en caso de que en el futuro se establezca como traductora autónoma. Como herramienta de comunicación utilizamos tanto el correo electrónico como Skype.

      Un saludo,
      Isabel

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      1. Pues en mi opinión las universidades deberían contemplar también esta posibilidad y tener contratos que cubrieran este tipo de prácticas directas con autónomos, de modo que también pudieran cobrar de algún modo y el autónomo pudiera obtener una ayuda de trabajo directísima y se ahorrara los costes de seguros que cubren esos contratos universitarios. En una palabra, sería bueno reglar esas prácticas para que se favorecieran las dos partes.

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        1. Pues ya ves, Juan José, al menos la UA no contempla esta posibilidad. De hecho, el profesor de la asignatura me dijo que solo era posible firmar convenios oficiales con empresas, y no con profesionales autónomos. Así que en esas estamos. Sin duda, regular este tipo de prácticas sería lo mejor para todos.

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      2. Ah, ¡entiendo! Pensaba que era como lo que dice Juanjo a continuación, que en realidad existía la posibilidad de realizar prácticas por medio de la universidad con contrato y todo. A mí me parece una excelente opción también. 🙂 ¡Muchas gracias por aclararlo!

        Pablo

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        1. Vaya, pues es una lástima. Sin embargo, creo que ahí podemos conseguir mucho nosotros, porque muchas universidades se quejan de que no encuentran a gente para hacer sus prácticas. Yo creo que si un grupo de autónomos interesados en este tema habla con el jefe de departamento de turno y le vende la idea, me imagino que se podría conseguir algo.

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    2. Añado que es una pena que la asignatura prevea solo 90 horas de prácticas, porque ese tiempo se queda muy corto para todo lo que podría enseñarse. Pero, bueno, hago lo que buenamente puedo. Espero que Arantxa, por lo menos, se haga una idea de cómo funciona esto.

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  14. Tan cierto que da hasta pena pensarlo. Y, como bien dices, la historia del hermanamiento de la traducción y la interpretación da para otro gran debate. Es cierto que no nos preparan para lo que está ahí fuera, pero después de vivir de cerca las experiencias de algunas coordinadoras de asignaturas en varias universidades,y que luchan a capa y espada para que se cree una carrera más enfocada a la vida profesional, creo que va a tener que llover mucho (muchísimo) para que se pueda cambiar algo. Desgraciadamente, detrás de nuestra falta de preparación hay intereses mucho mayores que la simple ineptitud de algunos profesores y la pasividad del sistema no va a ser cosa que se cambie en un día.

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  15. Totalmente de acuerdo, Isabel. El enfoque que se le da a la carrera en muchas facultades está más que obsoleto. Es más propio de estudios de humanidades o filosofía que de lo que realmente es la traducción. Supongo que, a medida que los profesores que hay ahora se vayan jubilando (que provienen precisamente, en su mayoría, de filologías, lingüísticas y demás) y se reincorporen al nuevo profesorado auténticos traductores o, cuanto menos, personas de nuestras generaciones, la cosa cambiará. Ojalá cambiase antes, pero no sé por qué soy pesimista en esto. Sobre todo teniendo en cuenta el tema de recortes y aumentos de tasas universitarias y todo eso.

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  16. Hola Oliver!

    Totalmente de acuerdo, parece que suena mal pero no todo el mundo tiene por qué ir a la Universidad. Hace 15 años el ser universitario y tener una carrera marcaba una diferencia clara, formaba profesionales e investigadores, gente que por una razón u otra (mejor salario, trabajo especializado, realización personal, medios suficientes, por amor al arte) entraba a la Universidad y se diferenciaba del resto. El problema es que como brillantemente has dicho, las carreras se han convertido en un Instituto 2. Ya hasta se mira raro a padres cuyos hijos no son universitarios, y en el CV la carrera es solo el primer punto de una lista interminable requerida a veces (ya hablamos de esto por email). La titutlitis, que nos han grabado a fuego en la cabeza.

    Es cierto que es una avance social increíble, que todos podamos tener derecho a una educación. Y aunque hay muchos universitarios, yo NO lo cambiaría por nada del mundo. Eso sí, el nivel podría aumentar o los requisitos una vez dentro de la carrera podrían ser más altos para que así el gobierno no tuviese a 300 alumnos pasando los años con asignaturas arrastradas, sin hacer nada. Porque ese otro punto tuyo también es muy acertado. Es cierto que los planes de estudio en general son deficientes, pero también es cierto que tenemos más recursos que nunca y el que no investiga es porque no quiere. Y lo digo porque yo ahora mismo soy un buen ejemplo de ello. No estoy matriculado en TeI pero no paro de leer revistas, blogs, tutoriales, etc. Y aunque en un papelito no se lee «David es traductor, sino filólogo» creo que poco a poco estoy adquiriendo todo el bagaje que se necesita para ser un traductor profesional (a largo plazo, no exactamente ahora mismo ja, ja).

    Respecto al perfil investigador de las carreras, me sorprende tu respuesta. Perdón si he hablado por hablar, no sabía que hubiese mucha gente investigando y realmente «viviendo de ello». De todos mis profesores de carrera tan solo uno saca bastantes beneficios de su carrera investigadora, el resto sin el sueldo de funcionario estarían perdidos. Igual que los traductores literarios.

    De todas formas, aunque exista gente que investigue, sigo pensando que teniendo en cuenta la proporción alumnos que se gradúan/oportunidades reales en España, es bastante más complicado investigar. No digo que sea imposible, pero creo que, ya que no nos preparan bien para ser investigadores (por materias y por falta de medios), al menos podrían dejarse la piel y asegurarse de que el oficio sí lo aprendemos, ¿no crees?. A mí es que me entra la risa cuando veo a 200 compañeros de clase que jamás han pisado un aula (yo incluido) y el día de mañana tendrán que lidiar con 40 alumnos por clase cada mañana si deciden ser profesores. Igual que el otro día, que una amiga recién licenciada en TeI me confesó que el trados apenas lo habían revisado durante la carrera (cuando el 90% de as agencias te exige alguna herramienta TAO y no bolígrafo y papel).

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  17. Hola, Isabel:

    Yo solo puedo hablar de la UA y creo que tienes toda la razón. Mencionaré solo dos aspectos que creo que representan bastante bien cómo está la situación en esta universidad:

    1) Prácticas preprofesionales: se ofrecen dos asignaturas optativas para realizar prácticas. La idea está muy bien, pero la mayoría de empresas que aparecen en el listado de la asignatura no tienen nada que ver con la traducción. Sin ir más lejos, estaba hasta Carrefour. Al preguntarle al profesor correspondiente qué tipo de labor realizaría un traductor en un hipermercado, me dijo muy tranquilamente que «atención al cliente y eso, claro, porque dudo que necesiten traductores».

    2) Trados: en las clases se mencionó Trados por primera vez en cuarto de carrera. En las asignaturas de informática de cursos anteriores se centraron en enseñarnos el funcionamiento y las limitaciones de los traductores automáticos, así como algunas herramientas no muy conocidas ni utilizadas en la vida real. Sin embargo, nadie se molestó en hablarnos, aunque fuera por encima, de las herramientas que utilizaban los traductores profesionales.

    Es evidente que hay que buscarse la vida, informarse, formarse e investigar, pero no estaría de más que universidades como la UA adaptaran sus planes de estudios para que, como dice Isabel, los estudiantes salgan preparados para realizar la actividad profesional para la que se han formado.

    Un saludo,

    Melania

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  18. Es cierto que, por lo general, la universidad no se ocupa demasiado de por el mundo profesional. Con los nuevos planes de estudios se pretende acercar la vida académica y el mundo laboral, con asignaturas de corte más pragmático, grupos más reducidos y con prácticas obligatorias. Sobre las prácticas obligatorias se podría hablar largo y tendido, pero mejor me voy a centrar en otras cosas.
    En el grado, se supone que los alumnos deben estudiar de manera autónoma y prepararse la asignatura más por su cuenta. Sin embargo, no creo que todo el mundo eche en casa las horas que supuestamente corresponden a cada asignatura (que vendrían a ser una o dos al día, teniendo en cuenta que hay menos horas de clase). Además, sinceramente, ¿todos los que estudian Traducción e Interpretación quieren ser traductores o intérpretes? Creo que no. Algunos empiezan la carrera y no saben ni por dónde les da el aire (¡¿cómo es posible que hayan aprobado la PAU y que sigan teniendo faltas de ortografía?!).
    En cuanto al profesorado, hay de todo. En mi facultad intentamos graduar la dificultad de las asignaturas de traducción y me parece que no soy la única que habla de aspectos profesionales en la carrera. De hecho, en el grado hay un módulo optativo dedicado a perfiles profesionales. La cuestión es que no puedes obligar a un profesor a seguir un programa impuesto. Es lo que tiene la libertad de cátedra. Así, pues, hay algunos que pasan olímpicamente de la docencia, otros que de verdad se esfuerzan en dar lo mejor de sí mismos, pero a ojos del sistema solo vales lo que pone en tu contrato, pues me temo que los mecanismos de evaluación de la docencia no sirven para mucho.

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    1. ¿todos los que estudian Traducción e Interpretación quieren ser traductores o intérpretes?

      Claro que no, y por eso luego llega el chasco: los que estudian TeI porque «les gustan los idiomas» se desencantan porque quizá no es lo que esperaban, y los que estudian TeI porque realmente quieren ser traductores e intérpretes también se decepcionan porque la carrera no les prepara como debería para esas profesiones.

      Respecto a la libertad de cátedra, está claro que cada profesor imparte lo que quiere, pero el hecho de que muchos profesores no hayan tenido jamás un contacto profesional directo con el sector de la traducción contribuye a que lo que imparten tenga una utilidad más bien nula.

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      1. Efectivamente, Isabel, si un profesor desconoce la realidad profesional, poco puede orientar a sus alumnos. Por eso, mi punto de vista no ha cambiado desde que era estudiante, creo que debería haber un sistema eficaz de evaluación de la docencia.

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  19. Hola, Isabel:

    En mi opinión el problema, en realidad, no está en los planes de estudios o al menos no lo estaba en mi caso, pues las asignaturas más o menos eran las que yo consideraba necesarias y aún las sigo considerando hoy en día. El mayor problema sobre la formación que se imparte en la universidad está, como también has dicho tú, en los profesores. Muchos de ellos no han visto Trados en su vida y jamás de los jamases se han tenido que enfrentar a una traducción real. En el plan de estudios, por haber, tiene que haber de todo un poco, tanto teoría como práctica (de esta un poco más, en eso estoy de acuerdo) y desde luego el profesor debe estar muy bien preparado para impartir la asignatura en cuestión. En mi caso, por ejemplo, en las asignaturas de «Civilización de los países de habla XX», prácticamente lo único que se impartía era historia, cuando desde mi punto de vista esa asignatura debería ser mucho más amplia. ¿Qué ocurría? Que los profesores que la impartían eran de ese departarmento y claro, no nos iban a hablar de rasgos culturales característicos e importantes a la hora de enfrentarte a un texto de esa lengua cuando no los conocen.

    En cuanto a lo práctico, yo por suerte de la universidad salí sabiendo manejar más o menos Trados y algunos otros programas útiles en el ejercicio real de la profesión, básicamente todo gracias a Manuel Mata, que clases más útiles que las suyas no las he visto nunca. Cierto es que me consta que en otras universidades sales sin saber lo que es una herramienta de traducción asistida, aunque quiero pensar que son las menos. De todas formas, eso no solo pasa en España. Yo tengo compañeros que han estudiado traducción en otros países (Alemania, por ejemplo) y tampoco habían manejado una herramienta de traducción hasta que llegaron a mi empresa.

    En definitiva, no tiremos piedras sobre nuestro propio tejado porque creo que en España, dependiendo de la suerte que tengas y en otros casos de tus propias elecciones durante la carrera, puedes salir relativamente bien formado para enfrentarte al mundo laboral. Este, de todas formas, siempre le va a quedar grande en un principio a cualquier licenciado sin experiencia real. Si hubiera que aprenderlo todo en la universidad, nos licenciaríamos el año antes de jubilarnos.

    A los estudiantes lo que hay que darles es ánimo, como bien has hecho, y decirles que sean listos y no se lancen a por las asignaturas de aprobado fácil, sino que piensen bien lo que quieren para su futuro y que una vez lo sepan intenten elegir las asignaturas y sobre todo los grupos con el mejor profesor. Para eso, que pregunten a los estudiantes de promociones anteriores y utilicen todos los recursos que hay ahora a su disposición, como revistas, blogs, redes sociales y demás.

    Un saludo,

    Jeffrey

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  20. Suscribo todas y cada una de tus palabras: he llegado a tu blog (enhorabuena, por cierto) desde el de «Localización y testeo con Curri», y podría haber escrito yo misma esta entrada. Acabo de terminar el grado de TeI en la Pompeu Fabra de Barcelona, y he tenido la inmensa suerte de encontrar trabajo en una agencia antes incluso de haber terminado la carrera. Pues bien, me he encontrado con que PRÁCTICAMENTE NADA de lo aprendido en cuatro años de universidad me ha sido útil en los tres meses que llevo trabajando allí —y tengo una nota media de notable alto. Menos mal que tengo una jefa y unos compañeros muy comprensivos que han tenido la santa paciencia de ir enseñándome cosas tan básicas para ellos (y tan desconocidas para mí) como Trados o DejaVu más allá de un nivel básico, maquetación, búsqueda de fuentes especializadas, búsqueda de clientes… vamos, directamente, en qué consiste ser traductor. En la Pompeu, como en otras universidades por lo que veo, la realidad de la traducción les queda lejísimos.

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  21. En la Universidad Alfonso X el Sabio tenemos un módulo de 45 horas de pura orientación profesional en donde se les enseñan estos aspectos desde el punto de vista del autónomo y de la empresa con profesores distintos, y aprenden a hacer presupuestos, calcular tarifas (con CalPro y sin él), hacer una oferta, hablar de salarios, puestos profesionales en el sector, etc. Asimismo existe la figura del orientador profesional —servidor— que completa todo eso con actividades, visitas a empresas, charlas de profesionales y similares.

    En los nuevos grados de Bolonia hemos conseguido incluir asignaturas como localización, revisión y corrección, gestión de proyectos, creación de empresas de traducción, herramientas profesionales, redes sociales y asignaturas eminentemente prácticas: afortunadamente tenemos a una decana y directora de departamento que escucha lo que le decimos los profesionales de fuera y lo que realmente hace la gente en el día a día y lo que se necesita.

    En definitiva, esto también existe, pero también existe la desgana con que algunos alumnos abordan estas asignaturas como si fueran un puro relleno, e incluso quienes a lo largo del curso no le hacen ni una consulta a su orientador profesional. Hay de todo, como en botica….

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    1. Gracias por tu comentario, Juan José. Me alegra saber que en otras universidades las cosas se hacen mejor.

      Por lo que respecta a la desgana de los alumnos, por supuesto estoy de acuerdo. Entre los alumnos también los hay mejores y peores. Supongo que quienes abordan esas asignaturas prácticas como si fueran de relleno o no acuden a su orientador profesional es porque han elegido estudiar TeI como podrían haber elegido cualquier otra carrera: por estudiar algo, o porque han entrado en la carrera con unas expectativas equivocadas.

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      1. Lo de los alumnos está claro. Según los datos de mis propias estadísticas, solo se dedican a la traducción pura y dura entre un 15 y un 20 % de los estudiantes de TEI. Muchos están ahí porque no saben lo que era esto: una especie de Filología, una escuela de idiomas «a lo bestia» y alguna cosa. Ya que están ahí mi papel de orientador es hacerlos ver que tienen multitud de salidas posibles más allá de la traducción, ya que el conocimiento de idiomas y el conocimiento correcto —eso es otra historia— de tu propia lengua te abre un sinfín de puertas insospechadas…

        A partir de ahí a los que les «pone» la traducción, Sergio Calvo y yo mismo les damos en la asignatura desde confeccionar un CV orientado a cada puesto a hacerse un presupuesto y una factura, cálculo de tarifas y costes de «supervivencia» incluidos. Muchos no ven el porqué, pero también muchos luego nos dan las gracias. De hecho, eso les va a servir para traducción y para todo…

        Yo particularmente veo una gran diferencia entre los que están aparcados ahí como «Instituto 2» y los que luego acceder a posgrados, en los que la regla general es el interés de los alumnos y así da gusto, aunque también los hay que están aparcados en ellos, aunque son más bien la excepción.

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        1. Tus alumnos no saben la suerte que han tenido. 🙂 Eso mismo que citas (elaboración de CV, presupuestos y facturas, cálculo de tarifas, etc.) es lo que le estoy enseñando yo a mi alumna en prácticas.

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  22. ¡Hola Isabel!

    Me ha encantado la entrada, además porque ahora mismo estoy yo haciendo las prácticas de final de carrera en una universidad y en muchas ocasiones durante la carrera he echado de menos esas capacidades extraoficiales que debe adquirir un traductor, aunque también es cierto que quienes nos buscamos las castañas del fuego, esa característica nos hace diferenciarnos del resto ahora mismo. 😉

    Pero también entiendo que hay algunas cosas muy específicas que no sabría bien cómo plantearlas durante el curso académico, por ejemplo, ahora estoy utilizando otros programas de subtitulación o otro software bastante más específico que el que utilicé en clase. Cada empresa es un mundo y tampoco podemos tocarlo todo en clase (¿o sí?), pero tienes muchísima razón, hay temas tan básicos como qué papeleo necesitamos o cómo facturar (que eso lo sé gracias a una magnífica profesora que he tenido este año) son temas que se dejan muy aparte en clase.

    Un placer volverte a leer.
    ¡Besos!

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    1. Naturalmente, la formación académica no puede contemplar todos y cada uno de los aspectos prácticos específicos de la profesión, pero entre el blanco y el negro hay toda una gama de grises. 🙂

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  23. Buenas tardes Isabel,

    Creo que sé lo que te pasa y por qué te quejas, porque yo soy de la misma opinión 103%, y esto es una respuesta al comentario de Oliver. Es cierto que una carrera te prepara para más cosas y en un sentido muchísimo más amplio, pero seamos realistas. ¿Cuántos investigadores hay en España? ¿Cuánta gente se dedica, literalmente, a la investigación o la parte teórica de las carreras? ¿Qué medios ofrecen las instituciones españolas? ¿Cuánto I+D hay en este país? Es por eso por lo que hay tantos ingenieros sin trabajo o trabajando en cosas menos especializadas de lo que ellos soñaban. Igual que ilustradores, diseñadores gráficos y demás que se las ven negras para llegar a fin de mes. Porque este país no es un país puntero en ese sentido ( y menos ahora). Tenemos miles de ingenieros, listas enteras de gente a la que se le llena la boca de orgullo al decir «soy ingeniero X». Pero no tenemos una industria fuerte y desarrollada. Un poco incoherente, ¿no? Y gente que se mete a Diseñadores o artistas pensando que aquí van a estar valorados. Un buen ilustrador en EE.UU es director de arte de un proyecto, y aquí hace carteles para el ayuntamiento local (conozco casos, y de gente bastante buena).

    Y creo que ese ese el error de las universidades y por lo que Isabel se queja. Porque más bien valdría que nos preparasen para trabajos reales, o al menos que nos enseñasen a lidiar con esa parte práctica para sobrevivir mientras intentamos (a golpes) adentrarnos en el mundo de la investigación. ¿Cómo te comes que en 5 años de Filología Inglesa no tengamos prácticas en un instituto o academia, donde se supone que acabaremos trabajando casi fijo al 99%? Eso demuestra lo esotérico e inútil de los planes de estudio. A lo mejor esperan que 200 alumnos por curso se ganen la vida escribiendo «journals» sobre la lingüística aplicada a la investigación científica y vivan de su caché en revistas de investigación…

    En Alemania menos del 60% de los jóvenes va a la universidad (no tengo estadísticas pero me lo han contado mis amigos Erasmus). Y no por ello son menos dignos o sufren de titulitis. Se meten a FPs a aprender un oficio, para ganar dinero y sobrevivir, que es lo que el 70% de las personas busca. Y el 30% restante, dado que en su país es más realista, se mete a la Universidad para investigar. Porque allí sí es posible.

    Es cierto que esto nos pasa sobre todo a las personas que buscamos siempre el lado práctico, es verdad que no todo el mundo es así. Pero en mi humilde opinión, y más estando en plena crisis, aprender un oficio es más importante que teorizar sobre el sexo de los ángeles. En las Universidades se forman «estudiantes de X» cuando se deberían formar «traductores», «profesores», «contables», etc.

    Un saludo

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    1. Hola David:

      Te contesto por alusiones, porque has hecho un comentario hiperinteresante :). Yo también pienso que hay demasiada gente que va a la universidad. Cuando dices algo así, inmediatamente te acusan de elitista, facha y lindezas similares pero lo cierto es que es así, principalmente porque la gente, cuando acaba el instituto, no sabe qué hacer y se mete en la universidad, que se está convirtiendo poco a poco en un «instituto 2» (y algo similar, aunque no de forma tan seria, pasa también con los másteres, donde se alarga la fase formativa porque la gente no sabe, literalmente, qué coño hacer con su vida).

      Dicho esto, tampoco creo que venga mal tener gente titulada. O mejor dicho, gente formada, que no es lo mismo. Si no hay industria para contratar a tantos titulados, eso no es excusa, porque puedes crear tu propia empresa o tu propio puesto de trabajo siendo autónomo. Claro, eso implica ser emprendedor y ya sabemos todos que en este país se nos educa para ser funcionarios.

      Respecto a la investigación, tres cuartos de lo mismo. Te sorprendería saber la cantidad de gente que investigamos fuera del circuito oficial, sin becas ni financiación. Algunos, porque no pueden acceder a ellas porque la mitad de las becas se dan a dedo. Otros, porque preferimos investigar por nuestra cuenta para conservar la independencia.

      Y para terminar, la universidad no es una escuela profesional. No está para formar en una profesión específica (para eso está la FP) sino para formar a personas. Al mismo tiempo, eso no es incompatible con dar a los alumnos una visión profesional integrada dentro de la formación general.

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      1. Una vez más, suscribo tus palabras, sabio Olli. 🙂 La universidad no debería ser como FP, pero sí dar una visión más pragmática y realista de la profesión para la que se supone que está formado a los alumnos. Y sí, yo también opino que hay demasiada gente que va a la universidad: gente que se mete en una carrera porque es lo que toca hacer y lo que se espera que haga, aunque lo haga sin fe ni especial interés.

        Y qué decir de la titulitis… David y tú habéis metido el dedo en otra llaga sangrante, estrechamente relacionada con esa paranoia del instrusismo profesional (en traducción, me refiero). Tener un título universitario te da automáticamente cierto estatus que, en muchos casos, no es más que un espejismo, porque ser titulado no es lo mismo que ser competente o bueno en tu trabajo. Como tú has dicho: no es lo mismo gente formada que gente titulada.

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  24. Una reflexión muy interesante y realista que pretendemos cambiar muchos de los que podemos acceder a la docencia universitaria en algún momento de nuestra carrera. Otra cosa es que la docencia esté preparada y coordinada para ello (como bien dice Olli).

    Cuando terminé mis estudios, yo fui la que más protestó en su momento porque nadie me había contado de qué iba mi profesión ni el maravilloso mercado laboral que tenía por delante. Nadie me lo dijo, pero yo me busqué las habichuelas tranquilamente y, para paliar esta falta, creé un foro de orientación profesional. Hoy en día, después de mucho protestar, pienso que la titulación está tan diversificada en perfiles que es imposible cubrir una orientación laboral que se corresponda con un estudio de marketing personalizado para cada cual. Es más, en los centros en que se imparte algún tipo de conocimiento relacionado con la profesión o el mercado (que para mí son dos cosas muy distintas), no estoy segura de que se esté haciendo bien ni que se esté impartiendo lo que es realmente necesario y relevante (para las empresas y para el mismo individuo).
    Y, como guinda del pastel, el resto de competencias de los alumnos están cada vez más degradadas, lo que requiere incidir en conceptos y ejercicios una y otra vez, y deja muy poco tiempo para formar profesionales completos.

    En fin, que estoy daría para una tesis (que es justamente la que estoy haciendo yo para descubrir hasta qué punto debemos incidir en ello). Tantos años intentando cambiar el modelo para acercarlo a la profesión te hace ver que, desde fuera, todo parece mucho más fácil, y que aunque sea yo la más «profesionalizadora» del mundo, también hay que dar cierta autonomía a los alumnos y no ser una agencia de colocación…

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    1. Por supuesto, la universidad no debería ser una agencia de colocación, ni tampoco un centro de FP, pero sí es imprescindible que el mundo académico abra los ojos a la futura realidad profesional de sus estudiantes y les proporcione una formación en consecuencia. El modelo de enseñar a traducir con lápiz, papel y tochos de diccionarios está totalmente obsoleto.

      Por otro lado, me parece muy interesante lo que has comentado sobre la diversificación de los perfiles de TeI, a lo que también hacía referencia Olli. A este respecto copio aquí las palabras de una colega con las que estoy totalmente de acuerdo:

      Gran parte de los estudiantes de Traducción e Interpretación no quieren ser solo traductores. La titulación está tapando los huecos que en otros países cubre «Lenguas Aplicadas». A mi modo de ver debería cambiarse el nombre de la titulación, crearse itinerarios a partir de 3º que se ajustasen a la realidad de las expectativas y demandas de los «usuarios reales». Otra solución sería ser más coherentes con el mercado y si llamamos «Traducción e Interpretación» al producto, ser consecuentes con lo que se ofrece. Eso y, quizás, dejar estos estudios como un posgrado hiperpráctico. Estas dos últimas salidas reducirían el número de estudiantes matriculados en la carrera.

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  25. Al leer tus palabras no pude dejar de pensar en los mismos fallos de mi carrera: Comunicación Audiovisual. Es decepcionante que solo un puñado de profesores (de unos 30 en total) conozcan de cerca el mundo real. Esto nos desilusiona durante nuestros años de estudio (porque se percibe perfectamente que quien te da clase no tiene ni idea y estás perdiendo el tiempo) y además retrasa o perjudica nuestra entrada al mercado laboral, pues nos obliga a formarnos aparte con conocimientos que deberíamos haber adquirido ya en la universidad.

    ¿De verdad esto solo pasa en España?
    ¿Cómo podemos cambiarlo?

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  26. Isabel, firmo todo lo que dices, ya que yo mismo he podido comprobar en más de una ocasión, hablando con estudiantes y recién licenciados de TeI, que éstos salen de la universidad sin saber lo que les espera en el mundo «real». Tienen ideas equivocados sobre la práctica de nuestra profesión y, a menudo, muestran un «espíritu de empleado», en vez de asumir un futuro como autónomo emprendedor y prepararse para ello. Toda la problemática queda muy bien resumida en tu frase «Y es que en la universidad intentan enseñarte a traducir, pero no te enseñan a ser traductor, que son dos cosas bien distintas.» ¡Enhorabuena por tus reflexiones tan acertadas!

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    1. Mucho me temo que el «espíritu de empleados» que mencionas no es exclusivo de los licenciados de TeI. El español medio tiende a esperar que otro le resuelva la papeleta porque, por supuesto, la culpa también la tiene otro. Aquí mismo podemos leer como empresa y estudiantes culpan a la universidad mientras la universidad culpa a los alumnos

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  27. Hola, me gustó mucho esta entrada del blog.

    Sabes, yo soy de México y estudié Lingüística con acentuación en Traducción e Interpretación, y me gradué hace un año. Entiendo que, la carrera, al llamarse «Lingüística», tenga que ver materias relacionadas a esa materia, como Teorías, Gramática, Fonología, etc. Pero los últimos dos años que estuve en la universidad casi no vi materias relacionadas con la traducción, pero eso sí, muchas literaturas (Lit. Universal, Americana, Inglesa, Generos Literarios, Panorama Sociohistórico y cultural de la lengua inglesa), que pueden llegar a ser útiles, pero NO ES TRADUCCIÓN. De interpretación ni se diga, el maestro no era interprete, sólo un didacta que hizo doctorados en Cambridge.

    Y claro, muchos, al no estar preparados como traductores, muchos hemos terminado de maestros. Yo como quiera hago mi lucha como traductor autónomo, sin embargo, la traducción no es mi fuente principal de ingresos en este momento.

    Bueno, espero tener una retroalimentación tuya.

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  28. También pasa en interpretación. En todo caso, muchas veces se centran en una realidad únicamente, que es la del intérprete de organismos. Es una realidad estupenda, no me importaría trabajar allí pero el mercado es mucho más grande y también deberían incluir esa información.

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      1. Creo que es un comentario que muchos hemos oído, y aunque a menudo se debe a la ignorancia, otras veces es un sueño real, como lo pueda ser trabajar para cualquier otra empresa u organismo. No me parece nada descabellado, la verdad. La peli hizo mucho daño pero también abrió los ojos a muchos otros, que nunca se habían parado a pensar en la labor de esa personita que susurra al oído. Igual que niños que ven Flipper y Liberad a Willy quieren ser biólogos, gente que vea la de Nicole Kidman pueden sentirse atraídos por esa profesión, y tener el sueño de llegar a trabajar en la ONU. No veo mayor problema. Si no aspiras a ello, entonces seguro que no lo consigues.

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        1. Me parece genial que la gente tenga sueños. Otra cosa es que viva en la tierra de las gominolas y se crea que lo va a conseguir todo con solo pensar que si se esfuerza mucho, lo conseguirá. Para llegar a la ONU (o similares) necesitas dos idiomas extranjeros perfectos mínimo, un máster de interpretación de los buenos y un mínimo de cinco años de experiencia acreditable (a veces piden 10), así como aprobar unos exámenes de cualificación que, simplemente, son imposibles. No cuento esto para quitarle las ganas a nadie, sino para dar un ejemplo del tipo de cosas que deberían contar el primer día del grado para que la gente baje a la tierra y se deje de chorradas.

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          1. Coincido con Olli: está bien tener sueños, pero siendo consciente de la realidad. Sentirse atraído por una profesión después de ver una peli de ficción no sé si es lo más acertado, porque en la mayoría de los casos las películas dan una visión distorsionada y alejada de la realidad. Y si muchos de los estudiantes de TeI piensan que acabarán trabajando en la UE o la ONU, no creo que sea porque es su sueño, sino más bien porque desconocen las demás salidas profesionales y, sobre todo, la realidad de la mayoría de nosotros: autónomos que trabajan desde casa y tienen una vida mucho menos «glamurosa» y cosmopolita que la Kidman en la peli. 🙂

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  29. Hola Isabel:

    Esta discusión es muy interesante y no da para una entrada, sino para un debate de horas y horas. Por un lado, estoy de acuerdo contigo: la desconexión entre universidad y mundo laboral llega a ser brutal en ocasiones (aún recuerdo al profesor que me dijo que \”para que quería un ordenador si a traducir se aprendía con lápiz y papel…\”). Está claro que hay que trabajar mucho para mejorar la comunicación entre universidad y empresas, integrar las prácticas laborales como algo habitual y no como una excepcionalidad y dar al alumno todos los recursos posibles para que salga al mercado y esté listo para ganarse la vida.

    Dicho esto, entramos en el espinoso debate sobre la función de la universidad: ¿debe ser una institución dedicada a formar profesionales o a formar personas en el sentido amplio de la palabra? Como siempre, la virtud está en el término medio. Ahora mismo, la universidad está en un extremo de la balanza: la teoría y la lingüística como palabra de Dios. Sin embargo, creo que nos estamos moviendo poco a poco hacia el otro extremo. Una formación basada en competencias profesionales como las que mencionas: Trados, Xbench, hacer una factura, etc. En el desplazamiento hacia ese nuevo modelo corremos el riesgo también de que la universidad se convierta en una FP. No olvidemos que debemos formar a personas en el sentido amplio. Traducción e Interpretación, claramente, debe estar orientada principalmente a formar traductores e intérpretes… pero también a preparar a investigadores, docentes, comercios de técnico exterior y muchos otros perfiles laborales. Un graduado en TI tiene que ser un tipo que salga ahí afuera y sepa buscarse la vida en diferentes puestos, no solo en los que aparecen en el nombre de la carrera.

    ¿Y quién tiene la culpa de que pase todo esto? Como siempre, la culpa es de todo el mundo y de nadie. Cuando se montó la carrera, quienes la diseñaron fueron, en su mayoría, filólogos. Algunos de ellos se esforzaron y mucho para crear planes de estudio realistas, pero esta gente viene de donde viene. Tampoco hay que olvidar que la administración no facilita las cosas y que, en muchas ocasiones, el programa de estudios no es el resultado ideal, sino el compromiso al que se llega después de descartar todo lo demás para contentar diferentes parcelas de poder.

    ¿A dónde vamos entonces? Me voy a atrever a ser positivo. A pesar de los recortes, de la cultura universitaria española (terrible!), de los departamentos (que son más feudos que lugares en los que se fomenta el saber) y de todos los inconvenientes del mundo, tengo la impresión de que la formación en TI va poco a poco hacia algo mejor. Y quienes están consiguiendo ese avance mínimo no son las grandes eminencias ni los catedráticos (la mayoría terribles, muy pocos se salvan…), sino los profesores asociados y los que acaban de conseguir la plaza de contratado, los que son, literalmente, las últimas mierdas del sistema y, a pesar de ello, quienes consiguen que los alumnos aprendan los pocos conocimientos prácticos que van a tener cuando salgan ahí afuera.

    Para terminar, tampoco debemos olvidar a los alumnos. Muchos de ellos se quejan sobre lo mal que están las cosas y lo poco que aprenden durante sus estudios… y quizás habría que responderles que muchos de ellos no han aprendido más porque no han movido el culo. Nunca han tenido los alumnos tantos recursos a su disposición: blogs, foros, redes sociales específicas, revistas profesionales, asociaciones trabajando de forma activa con los alumnos, eventos específicos, cursos de formación, etc. Hoy por hoy, quien quiere salir preparado de la universidad y comenzar a trabajar de traductor o intérprete puede conseguirlo. Otra cosa es que eso requiera esfuerzo.

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    1. Coincido con tu punto de vista, Olli, pero me gustaría hacer un par de matizaciones:

      1) Como he dicho, la misión de la universidad debería ser, en mi opinión, formar profesionales capaces de ejercer, principalmente, el trabajo o los trabajos directamente relacionados con lo que hayan estudiado, lo cual no quita que se les pueda ofrecer una formación un poco más amplia en ciertos aspectos para dotarlos de un perfil profesional más versátil y menos restrictivo. El problema de Traducción e Interpretación hoy en día es que de ahí puede salir cualquier cosa menos un traductor o un intérprete capaz de desenvolverse con soltura en el mercado laboral sin mejorar su formación por su cuenta.

      2) Por supuesto, muchos de los estudiantes no aprenden porque no mueven el culo y sí, deben aprender a moverlo. Pero tampoco estaría de más que la universidad te diera una orientación para saber hacia dónde tienes que moverte, cosa que hoy por hoy no hace.

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      1. Hola Isabel:

        Sobre 1), no estoy de acuerdo en que la formación que ofrece la universidad no sea la suficiente para preparar a los futuros traductores para el mercado. Otra cosa es que haya universidades y universidades, igual que hay profesores y profesores. En general, la cosa está mal, aunque no tanto como parece. Otra historia es lo que tardan los alumnos en encontrar trabajo.

        Sobre 2), precisamente ahora la universidad está ofreciendo más información que nunca. Te puedo poner los ejemplos de la UGR (hay un módulo de orientación laboral de cuatro semanas con diferentes actividades), de la UPO (una asignatura de libre configuración dedicada a temas de orientación laboral, cuatro créditos si no recuerdo mal) y hay un porrón de universidades que organizan diferentes actos de transición al mercado laboral (la UA mismo hizo unas jornadas de ese estilo este año y también están los ENETIs). En este sentido, veo el problema sobre todo en el lado de los alumnos, aunque por supuesto es una percepción personalísima :).

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        1. Bueno, yo hablo de la UA, que es lo que conozco. Si otras universidades lo tienen mejor montado, chapó por ellas. Y en cuanto a la orientación laboral, el problema que yo veo es que esa orientación debería impregnar toda la carrera (en mayor medida en unas asignaturas, en menor medida en otras), y no estar relegada exclusivamente a una asignatura de libre configuración, a un módulo que deba cursarse aparte o a una única jornada de charlas después de cuatro años de estudio.

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          1. Eso que comentas es muy interesante y depende sobre todo del clima que haya en el departamento de marras. Por ejemplo, cuando estudié en la UPO, apenas había solapamiento de temas (es decir, cosas que ya se habían visto en otras asignaturas), porque los mismos profesores se organizaban en plan «¿esto lo vas a dar tú? pues entonces yo doy esto otro y patatín patatán». Luego tienes el otro modelo, que es el que tengo en mi máster, donde cada profesor da lo que le sale de su entrepierna y, si ya lo has visto, te jodes. El gran problema es que la coordinación de docencia no es obligatoria, sino que depende de la buena voluntad (y del tiempo disponible) del profesorado. Además, en muchos casos, esto no se debe a no querer hacerlo, sino a que no hay recursos (y ahora con los recortes, esta situación se agrava).

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  30. Esta falta de realismo y de pragmatismo me parece que es general en la universidad española. En otros países las universidades tienden un puente hacia el mundo laboral, y los alumnos hacen prácticas en empresas como parte de su formación. Los pobres licenciados españoles, en cambio, pueden salir con un flamente título entre los dientes y sin ninguna experiencia. En los tiempos que vivimos, esto los sitúa en una pésima posición de salida.

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  31. Para hacer profesionales ya está formación profesional. La universidad es academia. Que traducción sea una carrera (que no debería) ya es otro cantar.

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    1. Entonces la inmensa mayoría de las carreras, de donde se supone que deben salir profesionales capaces de hacer su trabajo (sean médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, maestros, etc.), deberían ser módulos de formación profesional, ¿no?

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  32. Verdades como puños. Lo peor es que todos esos conocimientos que no se transmiten durante la carrera y que son esenciales para dar el salto profesional suponen con frecuencia un desembolso extra de tiempo y dinero en cursos y másteres. A ver si se racionalizan los planes de estudios y se mantiene un nivel estándar de exigencia en las universidades; sería de veras lo mejor. Un saludo.

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