Siempre que se acerca el fin de año, uno se siente como obligado a hacer balance de los últimos 365 días (o 366, si es bisiesto) para recapitular todo lo que ha hecho o dejado de hacer a lo largo de un año que seguramente empezó con un montón de propósitos y buenas intenciones. Mi objetivo general suele ser, simplemente, mantenerme en la brecha, y creo que lo he cumplido.
Mi 2012 ha sido un año bastante tranquilo desde el punto de vista laboral; de hecho, ha sido el año con menos carga de trabajo y menor facturación desde que empecé a trabajar como traductora autónoma en el 2006, pero aun así el resultado ha sido satisfactorio y no se aleja demasiado del de ejercicios anteriores. Y no, me niego a creer que la causa haya sido la tan cacareada crisis; más bien lo achaco a la decisión de tomarme las cosas con calma y ser más estricta a la hora de seleccionar clientes y encargos, así como al hecho de haber tenido más días de vacaciones que en los años anteriores. En estos doce meses he trabajado en un total de 144 proyectos, de los cuales el 85 % pertenece a los campos de la electrotecnia, las finanzas y la maquinaria, mis ámbitos de especialidad. He trabajado con 11 clientes diferentes, de los cuales solo tres son nacionales y que están bastante equilibrados en cuanto a tipología: tres agencias de traducción, tres empresas ajenas al sector de la traducción, tres particulares y dos colegas traductores. Mi tarifa media por palabra en céntimos de euro ha crecido y supera las dos cifras. ¡Sí, se puede!
Pero no solo de traducir vive el hombre: tampoco he dejado de lado la inversión en mi negocio y en mi formación. En enero estrené mi nueva página web y en agosto adquirí el programa SDL Trados 2011 para mejorar el servicio que les presto a mis clientes y poder participar en proyectos que requieren el uso de esta herramienta TAO. En abril asistí al curso de corrección impartido por María-Fernanda Poblet en Bilbao, y en junio participé en el utilísimo webinario sobre la gestión de la cartera de clientes impartido por Héctor Quiñones como parte del estupendo programa de webinarios de Asetrad. Además, yo misma me estrené como ponente con una charla sobre redes sociales que di mano a mano con Clara Guelbenzu con ocasión de la asamblea general de Asetrad y que tuvo bastante éxito.
En el plano cibernético-social ha sido un año todavía más provechoso. En febrero inauguré mi cuenta de Twitter, que a fecha de hoy registra 1881 tuits y 833 seguidores, más de los que jamás pensé que llegaría a tener —me sigue sorprendiendo que a tanta gente le interese lo que yo pueda decir. Además, he publicado 38 entradas de todo tipo y pelaje en este blog, que en octubre cumplió dos añitos, y solo contando los mensajes enviados a la lista de distribución Traducción en España, mi contribución en este tipo de foros asciende a 162 correos. Pero lo mejor de este año han sido sin duda los encuentros de traductores: las charlas de febrero en la UA; la asamblea de Asetrad de abril en Bilbao; la tertulia que Héctor Quiñones organizó en Madrid en mayo; la comida de junio en Murcia con los colegas levantinos; el fin de semana traductoril en Alicante en julio; la paella extraoficial en casa de una queridísima colega castellonense en agosto; el antológico #ETIM12 a principios de diciembre; la cena de Navidad en Madrid el martes pasado, y la futura comida de Navidad en Alicante este mismo viernes. Y, aun así, me ha sabido a poco.
En definitiva, ha sido un año productivo en el que he disfrutado tanto con mi trabajo como con mis compañeros. Son muchos los propósitos que podría hacerme para el 2013 (si queréis sacar ideas, leed esta entrada), pero solo pido una cosa: seguir siendo traductora y pasármelo aún mejor que en el 2012.
¡Felices fiestas y próspero año nuevo!
Buena idea lo de publicar las cifras. No sé cuántos proyectos he hecho pero voy por la factura 255 así que deben ser unos cuantos teniendo en cuenta que muchas facturas incluyen más de un proyecto, y nunca a esas tarifas pero cuando sea mayor espero llegar. Si es que llego a mayor que no lo sé a este ritmo… 🙂 Pero no vivo en Alemania así que esa es una diferencia fundamental. Saludos,
Leon Hunter
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Bueno, yo tampoco vivo en Alemania. 🙂 No obstante, es cierto que el mercado de alemán tiene un poco menos de presión sobre las tarifas que el de inglés. ¡A ver qué nos depara el 2013!
Mucho ánimo y suerte. And take it easy! 😉
Isabel
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