Vuelta a la vida cotidiana después de casi un mes de desconexión total. Ya sabéis (y si no lo sabéis, leed esta entrada de hace más de un año) que yo no concibo unas vacaciones al pie del cañón, por lo que una vez más decidí dejar aparcada durante unas semanas mi vida laboral y todas las tareas consustanciales (correo, redes sociales, teléfono) para dedicarme en cuerpo y alma, sin remordimientos ni preocupaciones, al noble arte de descansar, recargar las pilas y, sobre todo, viajar, mi auténtica pasión.
Lo malo de unas vacaciones largas y totalmente ajenas a tu rutina diaria es, precisamente, que volver a esa rutina cuesta un poco más: cuantos más días pasamos fuera de casa sin recordar que somos traductores, sin mirar el correo y sin mantenernos al tanto de lo que se cuece en la profesión, más difícil se hace volver a sentarse frente al ordenador, revisar todos los mensajes que nos han ido llegando en nuestra ausencia y ponerse al día de todo lo que nos hemos perdido mientras estábamos off. Sin embargo, considero esa «alienación» un requisito imprescindible para descansar y reponer de verdad la mente y el cuerpo, aunque ello pueda suponer perder clientes, encargos o información. En mi opinión, es el peaje que hay que pagar para mantener una vida personal y laboral equilibrada y satisfactoria, una mente cuerda y un cuerpo sano, y no significa en absoluto (como algunos pueden pensar) que seas un mal profesional o un traductor pasota al que no le importan sus clientes y su trabajo. Simplemente, cada cosa tiene su momento y su lugar, aunque reconozco que no todo el mundo puede permitirse ese «lujo» o plantearse el trabajo y las vacaciones de la misma forma que yo.
Para que la vuelta a la realidad sea más llevadera, en especial si hay un viaje de por medio, antes de incorporarme plenamente al trabajo después de un periodo vacacional, dedico los dos últimos días de descanso a ir retomando el ritmo habitual: me levanto más o menos a la hora acostumbrada, enciendo el ordenador y dedico un rato a echarle un vistazo al correo, las redes sociales, los blogs, la prensa, etc., para no morir de una avalancha digital el primer día de trabajo. Y ese primer día laborable hago la puesta a punto definitiva:
- Desactivo la respuesta automática de vacaciones del correo electrónico.
- Reviso el correo y hago limpieza de los mensajes que he recibido mientras estaba de vacaciones. Contesto a todos aquellos que requieran respuesta por orden de prioridad y urgencia.
- Envío un mensaje colectivo a todos mis clientes para hacerles saber que ya estoy de vuelta y disponible para nuevos encargos.
- Reactivo la recepción de mensajes de las listas de correo, que suelo desactivar antes de irme de vacaciones para que no se me acumule una cantidad ingente de mensajes (que probablemente acabe no leyendo) en mi ausencia.
- Retomo la actividad en las redes sociales y me pongo al día en la medida de lo posible.
- Publico una entrada en el blog para que mis lectores sepan que sigo ahí. 🙂
Y a vosotros, ¿os cuesta volver a la vida cotidiana después de las vacaciones?
¡Hola! Soy una estudiante de Traducción e Interpretación de la Universidad del País Vasco y he estado siguiendo vuestros blogs fielmente durante los últimos meses. Hoy he decidido dar el paso de crear el mío propio y este es el enlace: http://www.olatztranslatesandinterprets.com/
Estaría muy agradecida y me ayudarías a difundirlo y que compartamos nuestras cosas de aquí en adelante.
¡¡¡Muchas gracias y hasta pronto!!!
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¡Bienvenida al mundo real!
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Bienvenida a la rutina y encantada de volver a leerte, ya extrañaba tus interesantes artículos.
Personalmente, estoy entre los que no se pueden dar el lujo, pero sí me sucedió el año pasado que tuve que dejar de trabajar por aproximadamente dos meses a causa de una licencia médica. Yo aún no trabajo como autónoma a tiempo completo, sino que lo mío es una combinación entre mi trabajo en una oficina municipal en Chile y mi trabajo como autónoma desde mi casa.
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