Primeros pasos

Mamá, quiero ser traductor

(Actualización 3/12/2021)

Ha pasado ya un año desde la última entrada que publiqué aquí, pero hoy he decidido volver a la blogosfera para dar respuesta a una pregunta que me han formulado decenas de veces a lo largo de estos años y que se plantearán muchas otras personas en los años venideros: quiero ser traductor, ¿qué hago? Lógicamente, no hay recetas mágicas y cada caso tiene sus particularidades, pero si tuviera que recomendar una fórmula general para empezar de cero en este sector, sería la siguiente:

Paso 1: reflexiona

Lo he repetido en infinidad de ocasiones, pero lo voy a poner de manifiesto una vez más: la primera pregunta que uno debe formularse es si realmente quiere ser traductor y si sabe lo que conlleva este trabajo. Nueve de cada diez aspirantes a traductor (vale, me he inventado la estadística, pero os podéis hacer una idea) desconocen o tienen una idea distorsionada, idílica o romántica del trabajo del traductor, de ahí que luego vengan los chascos y las decepciones cuando se topan con la cruda y nada glamurosa realidad.

Artículos para iluminarte: La senda del traductor novel (1); 12 secretos sobre los traductores autónomos; El traductor, ese señor que traduce.

El segundo aspecto sobre el que debería reflexionar todo aquel que se plantee dedicarse a la traducción es si posee las cualidades necesarias para ello. ¿Dominas tu lengua materna? ¿Eres experto en algún tema además de tener buenos conocimientos de un idioma extranjero? ¿Manejas con soltura el ordenador? ¿Eres perseverante, disciplinado, curioso, independiente?

Artículos para iluminarte: 12 secretos sobre los traductores autónomos; Las cualidades básicas del buen traductor.

Y la tercera cuestión clave es: ¿quieres trabajar como autónomo (como hacemos la mayoría) o en plantilla? Si la respuesta es «como autónomo», sigue buceando por este blog.

Artículos para iluminarte: La senda del traductor novel (2).

Paso 2: (in)fórmate

Vale, has reflexionado y has decidido que quieres seguir adelante con tu empeño de ser traductor, porque te encantan los idiomas y el lenguaje, te gusta escribir y leer, tienes un buen nivel de [inserte aquí idioma], desde pequeño has escrito sin faltas de ortografía y crees que esto se te daría bien. Además, eso de trabajar por tu cuenta tampoco te asusta. Estupendo, es un buen punto de partida, pero es probable que no te sientas suficientemente seguro para lanzarte al ruedo de la traducción y que te falte una base para poder desarrollar este trabajo con ciertas garantías. Párate a pensar: ¿qué conocimientos te faltan? Si procedes de una rama «de letras» afín a la traducción (como, por ejemplo, la filología o el periodismo), es probable que tengas una buena base lingüística, pero que te falten destrezas informáticas o que no tengas conocimientos de otras materias en las que poder especializarte. En cambio, si eres un profesional de un sector completamente distinto (ingeniería, medicina, derecho…) que quiere reciclarse y reorientar su carrera hacia la traducción, los conocimientos especializados ya los tienes, pero seguramente te falte una buena base lingüística. ¿Qué hacer para subsanar esa carencia?

  • Informática: La opción más barata para formarse en este campo es dedicar un poco de tiempo a leerse la documentación y las instrucciones de uso de los propios programas, así como buscar en internet cursos o tutoriales gratuitos y, sobre todo, trastear y practicar. Pero si no te fías de tu espíritu autodidacta y prefieres que alguien te instruya, puedes optar por talleres o cursos específicos.

Artículos para iluminarte: Software para traductores (1), Software para traductores (2), Software para traductores (3).

  • Formación general en traducción o conocimientos especializados de otras áreas: También en este caso, la formación por tu cuenta es lógicamente la opción más barata, aunque no la más sencilla, ya que requiere una considerable dedicación y esfuerzo no supervisados. En la era digital tienes al alcance de la mano una cantidad ingente de información y recursos en formato escrito y audiovisual para aprender sobre los temas que te interesen, tanto en tu lengua materna como en tus idiomas de trabajo. Pero si prefieres la formación reglada, tutorizada o impartida por profesionales, puedes decantarte por cursos o másteres de universidades o de empresas especializadas en formación para traductores. En cualquier caso, para asegurarte de que el nivel del curso cumple tus expectativas y merece la pena el desembolso que conlleva, pide opiniones y referencias de antiguos alumnos, léete bien el programa y los contenidos e infórmate sobre la trayectoria y la reputación de los docentes.

Dónde buscar cursos: asociaciones profesionales (como los cursos de APTIC y los seminarios web de Asetrad); empresas de formación para traductores (por ejemplo, AulaSIC, Cálamo&Cran, Estudio Sampere, TrágoraTraduversia); plataformas MOOC (Coursera, Udacity, Udemy, edX…); universidades españolas y extranjeras, tanto presenciales como a distancia (UNED, UOC, UNIR o UDIMA, entre otras muchas). Importante: las entidades citadas y enlazadas se incluyen únicamente a título de ejemplo y referencia; que las mencione aquí no significa necesariamente que tenga experiencia con ellas ni que cuenten con mi respaldo.

Pero antes de lanzarte a la piscina, familiarízate también con el sector: las redes sociales, las listas de distribución, los blogs, las asociaciones profesionales o las revistas de traducción (como La Linterna del Traductor) pueden ser un buen punto de partida para saber lo que se cuece en el gremio. Observa, empápate, pregunta, relaciónate con traductores.

Artículos para iluminarte: El traductor, ese animal (a)social; Comunidades virtuales.

Paso 3: analiza y planifica

Bien, ya tienes la base necesaria para ser un buen traductor; ahora te toca pergeñar un plan de negocio que te sirva de guía para abrirte camino en el sector de la traducción sin morir en el intento. Piensa:

  • ¿Qué servicios quieres ofrecer? Quizá no quieras dedicarte solamente a la traducción o interpretación pura y dura, sino también ofrecer otros servicios relacionados: corrección (ortotipográfica y de estilo), posedición, transcreación, subtitulación, transcripción, audiodescripción, redacción y copywriting, coordinación y gestión de proyectos, etc.
  • ¿Con qué idiomas trabajarás? A este respecto, yo soy partidaria de la máxima «Quien mucho abarca poco aprieta», es decir, suele ser mejor y más rentable trabajar con pocos idiomas (uno o dos como mucho) y conocerlos muy bien que ofrecer varias lenguas sin llegar a conocer en profundidad ninguna de ellas. Cuando uno trabaja con varios idiomas de partida, es inevitable que acabe traduciendo más de una lengua que de otra, lo que implica que esa primera lengua la dominará mejor y le será más fácil trabajar con ella, mientras que el otro idioma se irá oxidando poco a poco y cada vez le será más difícil y costoso traducir textos de esa lengua. ¿Y qué idiomas elegir? Lo ideal y utópico sería encontrar un idioma relativamente exótico que domine poca gente, pero que tenga suficiente demanda. Fácil, ¿no? Si no puedes aunar las dos cosas y tienes que decantarte por un idioma exótico con poca demanda o un idioma común muy demandado, es mejor, lógicamente, decantarse por este último, aunque haya más competencia. En cualquier caso, escoge un idioma que domines y te guste.
  • ¿En qué temas te especializarás? Especializarse en un determinado tipo de traducción, ya sea médica, técnica, jurídica, económica, etc., suele ser un punto a favor, por no decir indispensable, tanto para el cliente (que obtendrá traducciones de calidad) como para el traductor (al que le será más fácil traducir textos con cuyo tema está familiarizado). No obstante, por lo general, tampoco conviene limitarse a una especialidad muy concreta, a menos que tenga una gran demanda. Lo ideal es tener una especialización o una combinación de especializaciones relativamente amplias. Para elegirlas, ten en cuenta tus idiomas de trabajo y tus mercados de destino. ¿Cuáles son los sectores más pujantes en los países donde se habla tu lengua extranjera? Si, por ejemplo, traduces del alemán y Alemania tiene un importante sector industrial, no sería mala idea especializarse en traducción técnica. En cualquier caso, muchas veces no es el traductor quien escoge la especialidad, sino que es la especialidad la que, por avatares del destino, escoge al traductor. Dicho de otra forma: la propia experiencia y los trabajos que te van proponiendo te llevan a especializarte en determinadas materias, que en no pocas ocasiones no son aquellas que tenías en mente en un principio.
  • Otros puntos que conviene tener en cuenta antes de poner en marcha el negocio: equipamiento y tarifas.

Artículos para iluminarte: Cómo se fija una tarifa; Seis verdades sobre tarifas que no debemos olvidar; ¿Cuánto ganas realmente?: el factor rentabilidad; Oficina, dulce oficina.

Y, como en todo plan de negocio, date tiempo, fíjate un plazo para prosperar (yo diría que, como mínimo, uno o dos años) y ten un respaldo económico para salir adelante mientras los ingresos escasean. Si al concluir el plazo establecido no has tenido éxito en tu aventura, quizá sea sensato cambiar de rumbo o replantearse el camino que estás siguiendo.

Paso 4: lánzate

Una vez que tengas atado y bien atado todo lo anterior, no esperes más: ¡lánzate! Nunca vas a encontrar el momento perfecto ni lo sabrás todo antes de empezar, así que cuanto antes des el primer paso, antes irás adquiriendo experiencia y perfeccionándote como hacemos todos: mediante ensayo y error. Busca clientes, date a conocer, grita a los cuatro vientos que existes y eres bueno en lo que haces: haz cualquier cosa menos quedarte parado.

Artículos para iluminarte: La senda del traductor novel (3); El arte de tratar con los clientes: consejos y pautas de actuación; Los errores más comunes de un traductor; La escuela de la vida: lecciones prácticas sobre el trabajo del traductor.

2 comentarios en “Mamá, quiero ser traductor”

  1. Hola:

    Este artículo, junto con todas las entradas, a las que se puede acceder desde el mismo, es una maravilla para los estudiantes, los noveles o los profesionales, pues nunca está de más recordar cómo hemos llegado a este mundo, cómo nos enfrentamos al día a día y cómo podemos seguir mejorando.

    ¡Gracias!

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